J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL
Desobediencia civil frente a la dictadura
El domingo 16 de julio más de siete millones de venezolanos participaron en el plebiscito convocado por la Asamblea Nacional. Después de tres meses de movilizaciones ininterrumpidas y del asalto a la sede del legislativo, había que avanzar un paso más para demostrar a Maduro que su pretensión de convocar una Asamblea Constituyente no es opción.Con todos los medios del Estado en contra, y en un clima de violencia y represión muy alto, lo sucedido el domingo es un clamoroso triunfo. El lunes, una vez conocido el respaldo ciudadano, la Mesa de la oposición anunció los pasos que se iban a seguir. La hora cero, como la llama la oposición, comenzó ayer cuando la Asamblea Nacional recibió las actas oficiales del plebiscito. Hoy se constituyen los comités ciudadanos, mañana hay paro general de 24 horas y el viernes se nombrarán 33 magistrados del Tribunal Supremo. Todo de acuerdo a la ley para frenar la celebración de la Constituyente. Se pide que el Gobierno reconozca los resultados y detenga el proceso. Si no lo hace, se caminará hacia un Gobierno de concentración nacional.Desobedecer las leyes injustas es un derecho y un deber cuando se trata de hacer frente a un gobierno tirano. Esto es lo que está sucediendo en Venezuela, sin más apoyo que el de una ciudadanía que está dispuesta a resistir aunque le esté costando la vida. Es una terrible lección de historia, especialmente para los revolucionarios de salón, que siguen, aparentemente, sin inmutarse.
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Madrid - Publicado el - Actualizado
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