Diálogo sin norte

Cuando los separatistas catalanes decidieron apoyar a Pedro Sánchez lo hicieron pensando que con su gobierno sería más fácil encontrar una vía para cumplir sus expectativas. Desde el primer momento Sánchez planteó un diálogo sin cortapisas, y aunque se haya insistido en que dicho diálogo tendría que desarrollarse en el marco de la Constitución, lo cierto es que se ha querido mantener cierta ambigüedad. Dialogar significa discutir sobre un problema con la intención de llegar a un acuerdo. El problema es que el interlocutor del Gobierno solo aspira a una solución contraria a la Constitución, y no lo oculta.

Apenas han pasado dos meses y los partidos secesionistas ya exigen “resultados” para seguir manteniendo su apoyo al Gobierno. Cuando se vote el Techo de Gasto, así como la Administradora Única de RTVE, veremos si estos partidos han recibido nuevas ofertas de Sánchez para avanzar en el diálogo, o si por el contrario se ve abocado a convocar elecciones.

Los intereses de Sánchez pasan por agotar la legislatura, de modo que puede tratar en estas últimas horas de buscar alguna triquiñuela para calmar al separatismo y ganar tiempo. Sin embargo será difícil que no emerja cada vez con más claridad el peso en las alas que lleva este Gobierno desde su nacimiento: depender totalmente de aquellos que quieren romper nuestro marco de convivencia.