Un experimento arriesgado
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Madrid - Publicado el
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Este miércoles desembarcaron en Albania dieciséis migrantes que fueron interceptados en el Mediterráneo, procedentes de Libia, por un barco del ejército italiano. Su destino fue un centro de deportación con el que el Gobierno de Giorgia Meloni inicia un experimento de consecuencias difícilmente previsibles. Se trata de una instalación de la Unión Europea ubicada fuera de su territorio, donde los inmigrantes son recluidos en un régimen semicarcelario y uniformado. El destino de estas personas es aún incierto: dos de ellos eran menores y fueron trasladados a Italia junto con otros dos adultos en situación vulnerable. Los doce restantes cursarán una solicitud de asilo que, o bien será aceptada, o serán repatriados.
Úrsula von der Leyen se ha mostrado dispuesta a valorar este precedente como una solución innovadora, lo que sin duda puede convertirse en un desafío para los valores que inspiran, o que deberían inspirar, a la Unión. La protección de nuestras fronteras no puede hacerse a costa de los derechos humanos, y la dignidad insobornable de cada persona, sea o no migrante, no puede quedar expuesta a políticas experimentales. La crisis migratoria es, probablemente, el principal desafío al que deberá enfrentarse la Unión Europea en los próximos años, y una respuesta en falso a esta cuestión podría ser letal. No existe una solución sencilla, pero someter a personas vulnerables a un régimen de semi reclusión no parece una manera aceptable de proteger ni nuestras fronteras ni nuestros valores.