Hiperpolítica y antipolítica

El periódico estadounidense New York Times ha publicado hace unas horas una encuesta sobre los nombramientos anunciados por Trump para su nuevo gobierno. La mayoría de esos nombramientos son de personas sin capacitación técnica ni política para desempeñar las tareas que se les van a encomendar. De entre todos ellos destaca el empresario y multimillonario Elon Musk que, en principio, va a reorganizar la administración.

A pesar de todo eso, la encuesta del prestigioso periódico norteamericano refleja que la mayoría de los votantes de Trump, es decir una parte considerable de los votantes del país, respalda los nombramientos. Es significativo el motivo por el que lo hace: porque van a servir para provocar una sacudida en Washington. Muchos estadounidenses creen que los políticos y la política son la causa de sus males. La antipolítica crece en muchas democracias

La antipolítica está alimentada paradójicamente por la hiperpolítica. Hay quienes esperaban que la política fuera una forma de salvación social y personal ante los desafíos de la vida. Ahora se sienten decepcionados y creen que esa salvación vendrá de gente del mundo de los negocios, o de líderes que desvirtúan la naturaleza de la democracia. Lo que está en crisis es el fundamento mismo de la democracia: el coraje de aceptar con realismo qué se puede y qué no se puede esperar de las instituciones y de las personas que están al frente de las mismas. La antipolítica y la hiperpolítica abdican del principio de responsabilidad personal y social. La democracia se construye y se sostiene con un movimiento que va de abajo arriba.