El horror vuelve a Siria

El Consejo General de Seguridad de la ONU se ha reunido de urgencia este lunes para abordar la situación en Siria, donde alrededor de mil civiles han muerto en las últimas 72 horas. Mientras tanto, con buena parte de la comunidad internacional mirando para otro lado y muchos medios de comunicación poniéndole sordina, llegan a cuentagotas por redes sociales imágenes verificadas en las que centenares de personas, especialmente de etnia alauí pero también cristianos, son asesinados por terroristas próximos al nuevo régimen. Los patriarcas de las diversas iglesias cristianas han condenado con dureza las masacres dirigidas contra civiles inocentes y han exigido que cesen de inmediato las masacres y se puedan crear con prontitud las condiciones propicias para lograr la reconciliación nacional entre los diversos componentes de la sociedad siria.

Los peores temores se han hecho realidad y el riesgo de involución es evidente. Que Al Assad fuera un dictador no aseguraba, como estamos viendo, que lo que viniera después fuese mejor. Ni el islamismo político ni sus aliados terroristas son mejores. La peor parte, como viene sucediendo desde hace muchos años, recae sobre la martirizada población siria. La minoría cristiana, tan arraigada en el territorio, puede dar buena cuenta de ello. Como testigos valientes siguen mostrando que ser cristiano en Siria es descubrir a Cristo en el dolor, a menudo en medio de un horror que creíamos pasado y que está volviendo a aparecer en estos días de forma dramática.