Las cosas que deben cambiar ante el terrorismo yihadista

Este fin de semana el terrorismo yihadista ha golpeado de nuevo el corazón de Londres, con un ataque estratégicamente planificado a pocos días de las elecciones generales en el país británico, y otra vez dirigido hacia zonas de ocio y turismo. El atentado, que es el segundo en el Reino Unido en tan solo doce días, no puede sorprendernos. Eso no quiere decir en que lo afrontemos con la indiferencia de quien lo entiende y asume como inevitable. Igualmente denunciables son las actitudes de aquéllos que se mofan de respuestas supuestamente débiles. Quienes advierten, irónicos o amenazantes, que con velas, flores y oraciones no vamos a resolver nada, están lanzando un mensaje implícito también muy peligroso. Por poderosos que sean los primeros e irracionales instintos, debemos siempre responder al mal con el bien. Tenemos ante nosotros un enorme desafío. El yihadismo ataca las raíces de nuestra civilización occidental y nos sitúa ante una forma de barbarie también global. La Primera Ministra británica, Theresa May, ha dicho que las cosas deben cambiar y tiene razón, pero no para involucionar hacia nuevos recelos, localismos y políticas de corto alcance, sino para desplegar una acción internacional conjunta, cada vez más inteligente y coordinada, de lucha contra el terrorismo. El desafío global requiere una respuesta también global, en muy diferentes niveles. Por supuesto en el de la acción, tal y como la entendemos de manera convencional. Pero también en el de la oración, que es acción y fuerza poderosa capaz de cambiar el mundo. Tenemos que seguir pidiendo, como ha hecho el Papa Francisco este domingo, para que el Espíritu done la paz al mundo entero y sane las llagas de la guerra y del terrorismo.