Un malestar parasitado por los violentos

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La conocida como “crisis de los chalecos amarillos” ha estallado en Francia con tal virulencia que no se recuerda una manifestación tan violenta en París desde mayo del 68. Hay más de 300 detenidos y 4 víctimas mortales relacionadas con los hechos. Sin líder reconocido ni estructura formal, los chalecos amarillos ocupan las calles y las ponen patas arriba, mientras convocan e internacionalizan la protesta en las redes sociales, desde donde llaman a la insurrección y consiguen algunos apoyos de famosos para la promoción de su causa. Los partidos de la oposición, algunos de forma irresponsable, están tratando de sacar beneficio del conflicto, mientras el Presidente Macron ha convocado un gabinete de crisis y multiplica diálogos y consultas.

La chispa saltó con motivo de la subida de la tasa de los carburantes, pero tras las barricadas hay mucho más. El clima de protesta ya se ha extendido a otros sectores. Detrás de algunas reivindicaciones que pueden ser justas, los chalecos amarillos y quienes les siguen el juego equivocan los medios. La violencia no soluciona nada. Existe el riesgo de polarizar a la sociedad e ideologizar un conflicto del que solo saquen ventaja las formaciones populistas a uno y otro extremo. Macron ya ha decidido una moratoria para las tasas de los carburantes pero el Presidente no puede mantenerse en silencio. Tiene que dirigirse a la ciudadanía y proponer, con inteligencia política, soluciones de fondo a este malestar que intentan aprovechar los violentos antisistema.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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