Orgullo y responsabilidad

La presencia de los Reyes eméritos, don Juan Carlos y Doña Sofía, junto con Felipe VI y la familia real, de los expresidentes del gobierno de la democracia y de los redactores de la Constitución todavía entre nosotros, fue un signo elocuente en torno a un texto fruto de un espíritu integrador y de reconciliación que ha hecho posible un largo período paz y progreso. Frente a esto, algunos gestos de los diputados de Podemos y de los separatistas fueron expresión de ignorancia y frivolidad.

Del largo parlamento de Felipe VI hay que destacar su defensa del marco legal que nos ha traído “la democracia y la libertad”. También su insistencia en la plena vigencia de los valores de la Constitución de 1978, unos valores que son la “base del consenso político y social que resuelve las diferencias históricas entre los españoles y supera una España secularmente enfrentada y divida”. Las dos ovaciones que los presentes tributaron al rey emérito Juan Carlos I fueron la expresión de un sentido agradecimiento a quien fue motor del cambio y piloto de un proceso que nos ha traído el mayor período de estabilidad institucional de nuestra historia. Los españoles tenemos motivos para sentirnos orgullosos y agradecidos a quienes han hecho posible esta historia, y tenemos la responsabilidad de mantener vivo su impulso y de transmitir sus razones a las nuevas generaciones.