Un paso peligroso

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La ruptura de las relaciones entre el Gobierno y el principal partido de la oposición, anunciada por Pedro Sánchez tras el bronco debate de ayer en el Congreso, no es precisamente una buena noticia. Lo que ocurre es que, en realidad, esas relaciones estaban ya rotas desde la moción de censura. Desde que Sánchez llegó a La Moncloa ha diluido el consenso de los constitucionalistas para asegurar el apoyo de sus socios independentistas. No es bueno, en efecto, que los dos principales partidos del país, que deberían estar estrechamente unidos en la defensa de la Constitución no tengan nada de qué hablar, sobre todo cuando está en juego el propio Estado de derecho.

En estos meses Sánchez no ha dejado de hacer gestos de “apaciguamiento” hacia los responsables del intento de golpe de Estado, entre ellos una estudiada indiferencia ante los ataques institucionales al Jefe del Estado. Ayer se dio un paso especialmente inquietante al insinuar Sánchez en el Congreso que no cabe hablar de delito de “rebelión” en Cataluña, cuando faltan pocos días para que la fiscalía y la abogacía del Estado presenten ante el Tribunal Supremo sus escritos de acusación. De esta manera el Presidente sigue la senda que le marcó el líder de Podemos tras entrevistarse con Oriol Junqueras en la prisión de Lladoners. Que el Gobierno prefiera estas compañías al consenso con los partidos constitucionalistas es profundamente preocupante.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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