"Peregrinos de la esperanza"
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Madrid - Publicado el - Actualizado
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El Papa Francisco ha vivido el inicio de la Cuaresma desde el hospital Gemelli, pero, para millones de católicos, es probable que este haya sido el año de mayor sensación de cercanía al Santo Padre. Lejos de esconder los estragos de la enfermedad, el Papa ha afrontado esta situación con toda naturalidad, mostrando con el ejemplo propio que la fragilidad en absoluto aminora el valor de la persona, sino que la sitúa ante su realidad antropológica, la de una criatura dependiente.
El mensaje del Papa para esta Cuaresma habla de la centralidad de la dimensión comunitaria en la vida cristiana. “Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios”, se lee en el mensaje que Francisco había dejado ya firmado antes de su ingreso hospitalario.
La relación con Dios está impregnada de esta certeza, puesto que la Iglesia enseña que el hombre no se da a sí mismo la existencia ni se salva por sus propios méritos, sino que todo es gracia. La experiencia de la propia vulnerabilidad permite adquirir mayor conciencia de esta realidad, pero a la vez, dice Francisco, debe servir a la persona para escapar de la tentación de encerrarse en sí misma ocupándose únicamente de sus necesidades.
La sinodalidad hacia la que quiere avanzar hoy la Iglesia nace de esa vocación de ser comunidad y familia, lo cual comienza por una experiencia mucho más sencilla: abrir los ojos a las necesidades de las personas en nuestro entorno y dejarnos interpelar. Esto es lo que, para el Papa, significa vivir la Cuaresma como “peregrinos de la esperanza”, en camino confiado hacia la Pascua.