Periodismo riguroso

Trump está a punto de tomar posesión y su llegada a la Casa Blanca ha provocado cambios en las empresas propietarias de redes sociales. Zuckerberg ha decidido que Meta, es decir Facebook e Instagram, va a suprimir el programa con el que la compañía verificaba el contenido de los mensajes. En realidad, la fórmula funcionaba poco y mal, pero le servía para mostrar un perfil más moderado. X, antiguo Twitter, de Elon Musk, no supervisa contenidos. Él mismo difunde falsedades como las de que el primer ministro del Reino Unido “fue profundamente cómplice de las violaciones masivas a cambio de votos" cuando era fiscal. El algoritmo de X hace especialmente daño cuando utiliza un criterio absolutamente sesgado para difundir los contenidos falsos y no explica cómo funciona ese algoritmo.

Hay dos modelos para afrontar el reto de las noticias falsas difundidas por redes sociales. El modelo estadounidense apuesta por la autorregulación de las empresas, y no ha funcionado. El otro modelo es el europeo, que apuesta por una regulación exterior. La UE aprobó en el verano de 2023 la ley de Servicios Digitales. Es un buen intento, pero corre el riesgo de quedarse antigua enseguida. No tendría sentido defender la democracia restringiendo la libertad de expresión. La regulación es más necesaria que nunca, pero tiene que ser inteligente y debe actualizarse continuamente. En cualquier caso, la falta de rigor de las redes, que a menudo desinforman, pone de manifiesto la necesidad de un periodismo de calidad, riguroso y claramente diferenciado del entretenimiento.