El fin de Rodrigo Duterte

Rodrigo Duterte, ex presidente de Filipinas, ha sido detenido y será entregado a la Corte Penal Internacional. Toda su carrera política ha estado bajo sospecha como consecuencia de sus políticas en materia de lucha contra las drogas. Duterte ostentó durante 22 años la alcaldía de Davao, en la isla de Mindanao. Ya entonces fue investigado a causa de su «guerra contra las drogas» y sus vínculos con escuadrones de la muerte. Durante su presidencia, extendió a toda Filipinas esa misma guerra contra las drogas que implicó miles de ejecuciones extrajudiciales. Se calcula, según cifras oficiales, que en seis años pudieron desaparecer 6.200 sospechosos en operaciones antidroga. Las cifras, apuntan organismos de derechos humanos, podrían ser mayores puesto que las operaciones ordenadas por Duterte también se dirigían contra consumidores que vivían en los suburbios de las ciudades y contra niños de la calle.

Para muchos, las políticas de Duterte, o de otros mandatarios que utilizan similares procedimientos, son el único modo de vencer al crimen organizado o a las organizaciones de pandillas criminales. La verdad es que no hay verdadera seguridad sin respeto a la Ley y sin procedimientos judiciales. La arbitrariedad es siempre injusta y causa males mayores. No solo porque no distingue entre culpables e inocentes, sino porque acaba perpetuándose y degenerando en dictadura.