El "Sí a la vida" es una carrera de fondo

Es imprescindible defender la vida del no nacido, pero "igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido"

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Más de 500 asociaciones han organizado la marcha por la vida de este domingo en Madrid, el gran acto central este año en torno al Día Internacional de la Vida. Se trata de un movimiento consolidado al calor de la ley del aborto del gobierno de Zapatero, a la que el PP introdujo después pequeños cambios, suprimiendo la posibilidad de que las menores puedan abortar sin consentimiento paterno. Ahí dejaron los de Mariano Rajoy aparcado el debate político, a la espera de un pronunciamiento del Tribunal Constitucional que, en este asunto, parece decidido a pulverizar todos los récords mundiales de lentitud de la justicia. Todo ello tuvo un efecto desmovilizador en la sociedad civil, pero también ha servido para replantear las estrategias a más largo plazo.

En primer lugar, asumiendo que esta no es una batalla que pueda ventilarse por las coyunturas de la aritmética parlamentaria, sino que defender la cultura de la vida supone atacar las raíces de fondo de una crisis antropológica y de civilización que relativiza la dignidad humana. Decisiva ha sido también la aportación del Papa Francisco, que en la exhortación aprobada esta semana vuelve a insistir en la necesidad de desideologizar esta lucha. Es imprescindible defender la vida del no nacido, pero «igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido», ya sean ancianos, enfermos o inmigrantes. Esa coherencia, a la larga, es la que puede marcar la diferencia, mostrando estilos de vida mucho más humanos, que nacen de la convicción de que cada persona es única, preciosa e irrepetible.

Herrera en COPE

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