Madrid - Publicado el - Actualizado
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En su cuarto intento, Boris Johnson ha conseguido que la Cámara de los Comunes apruebe su propuesta de convocatoria de elecciones el próximo 12 de diciembre, con todas las incógnitas abiertas sobre el resultado y, por tanto, sobre el manoseado Brexit. Previamente, la Unión Europea había aceptado un aplazamiento de tres meses para ejecutar el divorcio, aunque Johnson accedió al poder con la promesa de que el 31 de octubre saldría de Europa “por las buenas o por las malas”. Ahora todas las miradas van a estar pendientes del juicio que emitan las urnas en una fecha de la que han huido tradicionalmente los británicos, es decir, en pleno invierno con sus consiguientes nevadas, heladas y ventiscas que dificultarán la emisión del voto.
Cualquier cosa puede ocurrir porque tan desarbolado está el partido conservador como el laborista, el primero dividido sobre la aplicación el acuerdo con Bruselas, y el segundo partidario de negociar su propio acuerdo. En medio de ambos están los liberal-demócratas que desean un nuevo referéndum para rectificar la salida de Europa, y a los que los sondeos predicen un sustancial ascenso.
Cansado de tanto marear la perdiz, el presidente de la Unión Europea, el polaco Donald Tusk, ha pedido a los británicos que aprovechen la prórroga para pensárselo bien antes de que expire el plazo del 31 de enero próximo. Es posible que aún tengamos que asistir a un nuevo episodio de esta tragicomedia británica antes de que se baje definitivamente el telón.