Madrid - Publicado el - Actualizado
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La elección de Ángela Merkel como presidenta de la Unión Demócrata Cristiana alemana no ha sido una sorpresa. En cambio la agenda de temas que ha puesto sobre la mesa en el discurso previo a la designación, contiene alguna novedad ligada a las preocupaciones actuales de la sociedad alemana. Merkel, que concurrirá a las elecciones generales de septiembre de 2017, las más difíciles desde la unificación según los analistas, ha pretendido acallar el discurso crítico en las bases de su partido. La emergencia de fenómenos populistas de ideología radical, como el partido Alternativa para Alemania, ha estado presente en el trasfondo de su intervención, que también ha pretendido lanzar un mensaje de unidad a los suyos.Partiendo de que no es posible el retorno al mundo anterior a la globalización, y que sus políticas deben tener en cuenta a las familias y a la gente trabajadora, Ángela Merkel ha insistido en la defensa de los valores del Estado de Derecho como garantía de la convivencia. La canciller se ha referido al burka y ha asentado la doctrina de que a una sociedad abierta le corresponde ir con el rostro descubierto, apuntalando su plan de prohibir el velo integral allí donde sea posible. Merkel es consciente de que no hay soluciones simples al populismo y que su apuesta por ser la locomotora alemana necesita de claridad de ideas y de juicio.