Caída sin precedentes de la economía

Según el Plan de Estabilidad que el Gobierno ha presentado a Bruselas, el PIB caerá este año en España un 9 por ciento, la deuda pública se colocará en un 115 por ciento del PIB y la recuperación completa de lo perdido no se alcanzará hasta finales de 2021. Esta es, a día de hoy, la previsión de las dramáticas consecuencias de la pandemia del coronavirus en nuestra economía.

El desplome de la economía productiva durante las pasadas semanas, en particular en el sector hotelero y de servicios, y la caída drástica del consumo y de las inversiones son factores que están condicionando decisivamente esta situación. A estos datos hay que sumar la tragedia del paro, que llegará hasta el veinte por ciento a finales de año, con cerca de siete millones de desempleados.

Esta radiografía demanda del Gobierno un Plan Nacional de recuperación y activación de la economía mucho más realista y ambicioso que el que ha presentado. Al margen de las ayudas que reciba de Europa, que van a exigir un seguimiento minucioso de nuestra economía por parte de Bruselas, el Plan debe aglutinar a los actores económicos principales, contar con el apoyo de la oposición política y obviar cualquier tentación de imponer modelos económicos basados en ideologías populistas.

Ante la incertidumbre de los efectos del Plan de desescalada, el Gobierno debe hacer todo lo posible para agilizar y favorecer el acceso al crédito y a las ayudas, garantizar la liquidez en las empresas, favorecer nuevas formas de trabajo y prorrogar, cuando sea necesario, el instrumento de los ERTE. Todo para limitar un daño que, de todas formas, será inmenso, y demandará de todos un enorme esfuerzo en el que los más débiles no pueden quedar atrás.