Después de la investidura

Pendientes como estamos de la investidura, nos resulta difícil mirar más allá. Según todos los indicios, Sánchez va a conseguir la abstención de Esquerra. Para lograrlo habrá hecho algunas cesiones importantes. Pero lo decisivo es qué pasara luego. El candidato socialista podría, una vez en Moncloa, olvidarse de todo lo que ha prometido a ERC. Es poco probable.

El compromiso es una mesa bilateral en la que se escenifique que el Gobierno de España y el Gobierno de la Generalitat están al mismo nivel, y una solución para la autodeterminación. El Congreso de ERC celebrado el pasado fin de semana ha sido muy ilustrativo. En su mensaje desde la cárcel, Junqueras ha hablado de un “referéndum inevitable y de una independencia irreversible”. La ponencia política aprobada establece como hoja de ruta un referéndum pactado y, solo si no es posible, un referéndum unilateral. Ya dijo Ábalos que hay que encontrar “cauces de expresión” para que “nadie tenga que situarse fuera del ordenamiento jurídico”.

El problema es que ese referéndum pactado, como ha dejado claro en numerosas ocasiones el Constitucional, es contrario a la ley. El único referéndum posible sería para ratificar una reforma del Estatuto de Autonomía. Si Sánchez le da a ERC otro tipo de referéndum, irá más allá de lo que establece la Carta Magna. Sobre lo que concierne a España decide el pueblo soberano, todo el pueblo soberano, no una parte.