Madrid - Publicado el - Actualizado
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Las elecciones en Castilla y León han supuesto un serio varapalo para el PSOE, que ha perdido muchos apoyos. El PP, siendo el partido ganador, había convocado las elecciones con unas expectativas muy altas, pero el resultado le pone muy complicado gobernar en solitario. Los populares no han conseguido capitalizar el desgaste de Ciudadanos. Quizás se equivocaron al pensar que la marca del partido era más importante que el candidato, y al identificar las elecciones autonómicas con unas primarias de las generales. Los grandes ganadores del domingo electoral son Vox y los partidos provinciales de Soria y León. Estamos ante el ascenso de un voto de castigo contra los dos partidos mayoritarios. El voto se fragmenta más y la gobernabilidad se complica, y esto tiene una proyección nacional.
Una lección que podemos sacar de estas elecciones es que la bronca permanente entre los partidos mayoritarios hace mucho daño. Existe un cansancio ante la falta de acuerdos que debe ser atendida, aunque la respuesta de los electores plantea más incertidumbres que soluciones. Por otra parte, los nuevos partidos que aparecieron para regenerar la vida política se han desinflado. En todo caso, cualquier fórmula de gobierno pasa por el PP. Fernández Mañueco ha dicho en 'Herrera en COPE' que abrirá un diálogo con todas las fuerzas políticas, y que la sociedad pide hablar más de sus problemas que del reparto de sillones. Es verdad, pero no le va a resultar fácil conformar el gobierno que tenía en la cabeza.