Los hechos consumados de Putin

Después de reconocer la independencia de la extensa región minera ucraniana del Donbass, y de iniciar su ocupación militar, Vladimir Putin ha asegurado esta madrugada que está dispuesto a reanudar la vía diplomática para resolver la crisis que él mismo ha provocado. Al hacer esta afirmación, podría pensarse que Putin pretendía dar un paso atrás en su ofensiva contra Ucrania, pero a renglón seguido, el presidente ruso se encargaba de subrayar que los intereses y la seguridad de sus ciudadanos no son en absoluto negociables. En otras palabras, las exigencias de Putin siguen siendo las mismas de siempre: la promesa formal del presidente ucraniano de renunciar a la adhesión de su país a la OTAN.

Y no solo eso: Putin ha dejado bien claro que quiere la neutralidad de Ucrania y la evacuación de sus tropas de las zonas orientales que han pasado a la "protección" rusa. Mientras tanto, se desconoce qué va a ocurrir con la población ucraniana que reside en las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk, envuelta en una guerra que ha causado ya cerca de quince mil muertos desde que se inició hace ocho años.

Una preocupación añadida es la probable crisis humanitaria que se avecina y el temor a que algún incidente haga estallar el polvorín. En estas condiciones, hablar de arreglo diplomático es una simple añagaza de Putin para ganar tiempo y ocupar todo el territorio que trata de absorber, como ya hizo con Crimea, sin que vayan a frenarle las sanciones que ha empezado a aplicar Occidente, con las que ya contaba.