Madrid - Publicado el - Actualizado
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El Partido Popular quiere presentarse en el congreso que celebrará en febrero como el único partido centrado en los intereses de España, frente a la situación del resto de las principales formaciones, marcada por las divisiones internas. Empieza a emerger, sin embargo, un asunto incómodo para los populares. Se trata de la posición del partido frente a temas muy sensibles para muchos de sus votantes, como el aborto o la defensa de la familia. En las últimas citas electorales han ido desapareciendo de las listas algunos de los candidatos más comprometidos en estas cuestiones, pero ahora la paz interna se ve amenazada también desde el otro lado, el de quienes quisieran asumir abiertamente propuestas que, en los últimos tiempos, ha hecho suyas la izquierda.La estrategia de Mariano de Rajoy de aparcar el debate tiene lógica para un partido que aspira a conectar con el espectro más amplio posible de votantes, pero resulta a la larga difícil de mantener. A diferencia de 2015 hay un partido fuerte, Ciudadanos, con propuestas similares en política económica o territorial, pero con un ideario abiertamente cercano a la ingeniería social de la izquierda en cuestiones éticas y antropológicas. Y hay un sector nada desdeñable del electorado que puede quedar huérfano, a menos que el PP sepa dar a sus inquietudes algo más que una callada por respuesta. Esa orfandad puede tener consecuencias indeseables.