Madrid - Publicado el - Actualizado
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Inundados por la avalancha de noticias sobre el incremento de casos de contagio del coronavirus en España hay que distinguir entre las alarmas sanitarias, los protocolos de prevención y contención de riesgos, y el alarmismo. Nuestro sistema sanitario está de sobra preparado para afrontar una crisis de esta naturaleza. La información pública basada en la certeza del conocimiento, en datos contrastados y en la ponderación, es el mejor antídoto contra el riesgo de convertir esta epidemia en espectáculo, o de alentar un miedo exacerbado que conduzca al pánico social, ya que el miedo se contagia más rápido que el coronavirus. También conviene evitar que las autoridades tomen decisiones que sean causa de pánico, como ha ocurrido en Corea del Sur y en no menor medida en Italia.
La responsabilidad política e informativa es clave para frenar cuanto antes los efectos económicos negativos de esta enfermedad, en el marco de una economía globalizada. Esta semana se ha convertido en la peor de las Bolsas desde el año 2011, con resultados aún más negativos que lo producidos por el Brexit. Una primera consecuencia es la descapitalización de las empresas, acompañada de una cadena de cancelaciones de viajes de negocios, encuentros y proyectos en el contexto del mercado global. El sector del turismo se está viendo especialmente afectado. Mientras mantenemos la calma y la racionalidad en nuestra vida cotidiana, es hora también de que los organismos reguladores, como los bancos centrales, tomen cartas en el asunto para aminorar los efectos de la epidemia.