Línea editorial: "La certeza de la Fe"

La tradición se impone, aunque en muchas ocasiones se haya perdido su rastro. El 15 de agosto es fiesta grande en toda España. Hasta en la comarca más recóndita y en el pueblo más pequeño se celebra hoy, Día de la Asunción de la Virgen María, una fiesta, una feria o una verbena. Desde Bilbao a Elche, pasando por Madrid, se celebran procesiones, como la que desde Santurce a Bilbao rinde homenaje a la Virgen de Begoña. En Madrid es la Virgen de la Paloma la que celebra hoy su día grande. Y el Misterio de Elche, patrimonio inmaterial de la humanidad, se representará hoy, de nuevo, como viene haciéndose de manera ininterrumpida desde el siglo XV.

La festividad de la Asunción es siempre un parón en medio del cálido agosto. Este año es, además, antesala de acontecimientos políticos de extrema relevancia para la vida política de los españoles. Se inicia un tiempo nuevo con la constitución, el próximo día 17, de las Cortes y la elección de las Mesas del Congreso y del Senado. Se trata de un tiempo incierto, complejo y quizás, poco halagüeño. Sin embargo, y a pesar de esto, hay certezas que indican que la realidad, por amenazante que pudiera parecer, merece la pena ser vivida. Es en esta realidad punzante en la que la Iglesia católica en España debe y puede estar a la altura de las urgencias que apremian a los españoles. La experiencia cristiana permite un juicio sobre la realidad. Y no se trata de que todos piensen en cristiano, sino de que lo que la Iglesia aporta al mundo sea visto y entendido como bueno. La fiesta de la Asunción es una de esas certezas que la Iglesia pone en el centro de la vida de las gentes y los pueblos. Es la certeza de que se puede vivir en plenitud y de manera esperanzada cuando lo que se persigue es el bien. No hay otro modo de construir convivencia y unidad, precisamente cuando arrecia la confusión.