Línea editorial COPE: Absoluta falta de decoro institucional

En la noche del 23 de julio pasado el entonces presidente en funciones improvisó una tarima ante la sede de Ferraz para simular que su derrota electoral era, en realidad, todo lo contrario. Durante los meses siguientes esa ha sido la estrategia de Pedro Sánchez y su claque.

Sánchez lleva meses intentando convencer a la ciudadanía de que medios malos pueden alcanzar fines buenos. Y para eso busca caricaturizar a Núñez Feijóo y al PP, y a todos aquellos que le darán el sí en su investidura, desvirtúa con intenciones torticeras el significado de las palabras y no duda en blanquear a quienes, de facto, son ya sus aliados.

Ayer, el presidente en funciones dio un paso más. Como si la investidura de un presidente del Gobierno se tratara de una vendetta personal, Sánchez delegó en un subalterno, el ex alcalde Valladolid, la debida respuesta al discurso pronunciado por el candidato Alberto Núñez Feijóo. De este modo, Sánchez escenificó a la perfección el desprecio que siente por el candidato Feijóo, por el partido político que ha ganado las elecciones y por los 8 millones de ciudadanos que han votado al PP. Y con esto da sobradas muestras, por enésima vez, de que los procedimientos políticos propios de una democracia representativa no son, en su visión de la política, otra cosa que instrumentos al servicio de sus irrefrenables ansias de poder.