El Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha publicado una Declaración titulada "Fiducia supplicans", aprobada por el Papa, que abre la posibilidad de bendecir a las parejas en situación "irregular" que piden a la Iglesia esta ayuda, si se cumplen determinadas condiciones que deben ser discernidas por los ministros ordenados. En el texto late la preocupación de Francisco para que, en un tiempo tan plagado de confusión, fronteras y heridas, la Iglesia sea como un hospital de campaña donde todos puedan encontrar la misericordia de Dios sea cual sea su situación o extravío. El documento subraya que bendecir no significa, en ningún caso, aprobar ni legitimar las opciones de vida de quien recibe la bendición, y reitera la necesidad de evitar cualquier ritualización que pueda llevar a asemejar estas bendiciones con el matrimonio. La enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio permanece intacta, como subraya con claridad esta Declaración.

El documento distingue este tipo de bendiciones de las litúrgicas, y las sitúa en el ámbito de los actos de devoción vinculados a la piedad popular. En todo caso, subraya, un corazón de padre y pastor no puede permanecer ajeno a la vida con la que llega cada persona pidiendo ayuda, a veces incluso como un fardo que no es posible sobrellevar. Es aquí donde la Iglesia, maestra y también madre, ha de mostrar con toda la transparencia posible las entrañas de misericordia del Padre. La Declaración busca su raíz en el Evangelio: Jesús también acogía a los pecadores y comía con ellos, sin dejar de mostrarles la verdad plena de la vida. El acercamiento de algunos a una Iglesia plantada en medio de un mundo roto es también una forma de abrir una grieta en tantos muros y, a través de esa grieta, la gracia de Dios puede estar ya actuando.