Línea Editorial: "Entre la moderación y la política de tierra quemada"

Las elecciones presidenciales que se celebrarán en Argentina el próximo 22 de octubre son una página en blanco. Después del primer debate electoral, Milei parece encabezar las encuestas, pero no con el apoyo suficiente para ganar. El estilo histriónico, la crítica despiadada contra la casta política y los parásitos del Estado, como Milei les llama, ha hecho que su discurso cale entre los jóvenes y los ciudadanos que hacen del hartazgo su principal motivación electoral. Milei sabe que es tan rentable apelar a las emociones como aderezar su discurso con valores tradicionales que den contenido moral a su campaña. Por eso, al tiempo que arremete contra el Papa, cuenta con el apoyo de activistas contrarios al aborto o la ideología de género.

Patricia Bullrich, ex secretaria de seguridad nacional, es una mujer tranquila, sin discursos grandilocuentes. Nunca promete soluciones mágicas ni una política de tierra quemada. En su haber está el haber enfrentado al narco y al crimen organizado. Ha conseguido que todos los socios de Juntos por el Cambio la apoyen y se ha propuesto patear el país y entrar en todos los barrios, incluidos los más afines al kichnerismo.

Y luego está Sergio Massa, ministro de Economía en la actualidad, que se propone como el candidato ideal para corregir la situación que él ha contribuido a crear. Tiene tan pocos amigos que hasta los kichneristas reniegan de él. Pese a ello es difícil imaginar que el día 22, en primera vuelta, el peronismo se vea completamente excluido de la carrera presidencial. En Argentina todo es una incógnita a la espera del próximo debate del domingo día 8 de octubre.