Poco se mueve en Venezuela

El 30 de abril de 2019 se desató en Venezuela la Operación Libertad, un intento de insurrección que secundaron las grandes ciudades del país y al que se sumaron militares y civiles en torno a Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela. Leopoldo López e Iván Simonovis, dos de los más representativos presos políticos del chavismo, fueron liberados. El 1 de mayo el país entero celebró marchas de protesta contra el régimen que el ejército y los grupos paramilitares se encargaron de sofocar. Maduro ordenó actuar contra la Asamblea Nacional y acabar con la inmunidad de los diputados vinculados a la Operación Libertad.

Ha pasado un año y en Venezuela no ha cambiado casi nada. La situación socioeconómica no ha hecho más que empeorar, la vida política sigue inalterable, la oposición dividida y la ciudadanía inerme ante una pandemia que en Venezuela puede ser devastadora.

Venezuela, uno de los principales exportadores de petróleo del mundo, hoy importa gasolina. Un trabajador necesita percibir ocho salarios mínimos, unos doce euros, para conseguir productos básicos. El ministro de Economía, acusado de narcotráfico y vínculos con organizaciones terroristas, ha recrudecido la política de intervención empresarial. Con el precio del petróleo en mínimos históricos, Venezuela necesita de todo y los regímenes chino e iraní son hoy los principales soportes de la dictadura, mientras el mundo libre no ha sido capaz de articular una presión eficaz para forzar unas elecciones libres que permitan que el poder regrese a su verdadero titular, el pueblo venezolano.