La posición del Papa sobre la guerra
Escucha ya la Línea Editorial de este domingo 5 de noviembre
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No hay misterio sobre la posición de la Iglesia acerca de la guerra en Gaza. “Tantos muertos inocentes, tantas vidas truncadas, las guerras son siempre una derrota”, decía el Papa en la Misa en el día de Fieles Difuntos. Cualquier otra consideración es secundaria, en contraste con la toma de posición de muchos países y amplios sectores de la opinión pública en función de quiénes sean el agresor y el agredido en cada ocasión. Hemos visto incluso al presidente Vladimir Putin expresar su repulsa por las muertes de civiles palestinos, mientras países que condenan las atrocidades rusas en Ucrania legitiman, por el contrario, cualquier acción del ejército israelí, que consideran amparada bajo su indiscutible derecho a la autodefensa.
El momento actual ofrece un observatorio privilegiado para constatar la difuminación de referentes éticos, supeditados a intereses espurios. Se trata de una deriva peligrosa que amenaza con neutralizar los mecanismos de legalidad internacional y resolución de conflictos existentes, los cuales, aun siendo imperfectos, deben ser preservados. La erosión viene de atrás. Occidente lo ha constatado con la tibia reacción del Sur Global ante la agresión rusa contra Ucrania. De fondo, hay una crítica a la hipocresía de potencias que, más allá del discurso, llevan décadas actuando según convenga a sus intereses. Solo recuperando una noción de ley natural, unos valores innegociables que toda la comunidad internacional debe respetar, es posible prevenir la ley del más fuerte. Lo llamativo es que, fuera del Papa, cueste tanto encontrar portavoces para esta postura, que es la del sentido común.