El Tribunal Constitucional en entredicho

Una de las cosas que más va a costar recuperar cuando pase este periodo será el deterioro que están sufriendo algunas instituciones clave del Estado. Hace unos días Pedro Sánchez trataba de restaurar la maltrecha imagen pública de Magdalena Álvarez, condenada por el caso de los ERE de Andalucía. Sánchez sabía ya entonces que el Tribunal Constitucional anularía las condenas por prevaricación y malversación. Ahora, abierta la veda, toca limpiar los expedientes de Griñán y Chaves, y dejar reducido al mínimo el expolio de 680 millones de euros.

Un aspecto clamoroso de esta revisión es que la redacción de la sentencia corre a cargo de la magistrada Inmaculada Montalbán, estrechamente vinculada al PSOE y premiada en su día por la Junta de Andalucía que presidía el propio Griñán. Hubiera sido lógico que Montalbán renunciara a participar en una decisión en la que cabe presumir que está personalmente implicada. Habría sido un gesto de independencia y transparencia. Pero no lo ha hecho.

No es de extrañar que aumenten las voces críticas de los jueces, lamentando que el Alto Tribunal haya sido colonizado ideológicamente. Desde luego, Conde Pumpido está manchándose la toga con el polvo del camino, como él mismo dijo que haría, y de paso está arrastrando por el suelo el prestigio de una institución esencial en el equilibrio de nuestro sistema democrático.