LÍNEA EDITORIAL
Una innecesaria moción sin ninguna emoción
Para recordar al presidente del Gobierno, y de paso a todos los ciudadanos, la grave situación que atraviesa España, no necesitábamos una moción de censura
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Para recordar al presidente del Gobierno, y de paso a todos los ciudadanos, la grave situación que atraviesa España, no necesitábamos una moción de censura. Ha estado bien Ramón Tamames tratando de poner colorado a Sánchez al colocarle delante del espejo de la corrupción de su propio partido. Ha estado valiente y acertado cuando le ha dicho con toda crudeza que lidera un Gobierno que no respeta la división de poderes, conformado por una coalición al servicio de un Ejecutivo Frankenstein, cuyo único objetivo parece el de mantenerse en el poder a toda costa. Pero da la sensación de celebrarse todo en un ambiente de cierta irrealidad, que facilita el hecho de que los censurados se lo tomen a chufla.
Sánchez hace tiempo que ha hecho callo y aprovecha, como ha vuelto a hacer hoy, para dar un mitin desde el Congreso y sacar a pasear el espantajo de la ultraderecha. Por todo ello, y aunque sea fácil compartir el diagnóstico de Abascal cuando alerta del delicado escenario en el que nos encontramos, esta iniciativa no acierta en el cómo, ni en el quién, ni en el cuándo. En este momento en que Sánchez trata de huir hacia adelante tapando todas las bocas de agua que se le han abierto a una legislatura ya moribunda, es necesario el realismo compatible con la denuncia, y la propuesta de una alternativa para una España que llegará exhausta, primero a las elecciones autonómicas y municipales, y luego a las Generales, y que necesita de sus políticos seriedad, sentido institucional y visión de futuro.