Valencia, ora et labora
"Es el momento de rezar por Valencia, como nos ha vuelto a recordar el Papa este domingo, y por preguntarnos qué podemos hacer nosotros por los hermanos que están sufriendo tanto"
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Era un temor fundado que, con las calles todavía devastadas y con personas desaparecidas a las que aún se está buscando, comenzaran las utilizaciones partidistas de la tragedia. Más allá de las responsabilidades políticas, en distintos niveles y administraciones, que cabría sopesar más adelante, las imágenes de la izquierda violenta y radical en la manifestación de Valencia, de este fin de semana, son vergonzosas. Hay hartazgo real de la mayoría de la población con los políticos incapaces de responder a las necesidades elementales de un pueblo en apuros, pero intentar capitalizar ese descontento para el beneficio partidista, vuelve a ser mezquino. Ese “todo vale” si a mí me beneficia, solo contribuye a aumentar la comprensible, pero injusta desafección de la gente contra la clase política en general, y erosiona los cimientos de una sana democracia.
No es el momento de nadie en particular, y menos aún para sacar rédito político de la desgracia. Es el momento de rezar por Valencia, como nos ha vuelto a recordar el Papa este domingo, y por preguntarnos qué podemos hacer nosotros por los hermanos que están sufriendo tanto. Ahí ha estado, está y estará la Iglesia, en primera línea, metida en el barro de los pueblos destrozados. Como ha recordado Manuel Bretón, Presidente de Cáritas Española, la Iglesia va a seguir estando estar ahí cuando se apaguen los focos y la mayoría de la gente se marche. Ese es el ejemplo a seguir: el de quienes, con la palabra y con las obras, están ayudando a quienes lo han perdido casi todo; los que sirven al otro y no se sirven de él, como si fueran ellos los protagonistas y las víctimas de la tragedia.