20 de abril

El virus de la indiferencia

Esta pandemia nos muestra con claridad que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren

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El virus de la indiferencia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Este domingo, en la festividad de la Divina Misericordia, instituida hace 20 años por san Juan Pablo II, el Papa Francisco nos ha recordado que en las circunstancias actuales estamos llamados especialmente a no dejar a nadie atrás, porque centradas en la lenta y ardua recuperación que tenemos por delante, corremos el riesgo de no alzar la mirada y olvidar al que se quedó atrás.

De la mano del virus que nos está golpeando tan duramente, vendría otro que podía ser todavía peor, como es el virus del egoísmo indiferente, que se transmite al pensar que la vida mejora si me va mejor a mí: que todo irá bien, si me va bien a mí. Se parte de esta idea y se termina seleccionando a las personas, descartando a los pobres e inmolando en el altar del progreso al que se queda atrás. Seríamos así tristes protagonistas de la cultura del descarte, que tantas veces ha denunciado el Papa Francisco.

Esta pandemia nos muestra con claridad que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren, que todos somos frágiles, iguales y valiosos. Dios no se cansa de tendernos la mano y ahora, en medio de la dura prueba, tenemos ante nosotros la gran oportunidad de poner cada uno nuestro granito de arena eliminar las desigualdades y reparar la injusticia que mina de raíz la salud de toda la humanidad.

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