Manuel Rodríguez, subdirector de conservación de infraestructuras del Canal de Isabel II
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Se temía que después de la nevada y el deshielo llegaran fuertes lluvias y, aunque no están siendo muy intensas, la capital está preparada para asumir fuertes lluvias. Cuenta con 36 tanques de tormentas, gestionados por el Canal de Isabel II, que recogen las aguas residuales de la lluvia y la retienen para evitar que las depuradoras se saturen ante una llegada repentina de agua.
El más grande de esos tanques está en Arroyofresno, justo debajo de Club de Campo y tiene una superficie de 35.000 metros cuadrados y 22 metros de profundidad. “Es el más grande del mundo”, cuenta a COPE Manuel Rodríguez, subdirector de conservación de infraestructuras del Canal de Isabel II que explica que “tiene una capacidad de 400.000 metros cúbicos, algo más que la Torre Picasso o medio estadio Santiago Bernabéu”, compara.
En días de lluvia intensa, a esta inmensa infraestructura sostenida por enormes muros y 267 columnas, llegan las aguas residuales de la lluvia “que arrastran basura, residuos de animales, de la calzada o los metales de la atmósfera”. Desde los imbornales pasa a los colectores “que se van haciendo de mayor tamaño a medida que acogen más caudal hasta llegar al colector de entrada al tanque que tiene 7 metros de diámetro, como un túnel de Metro”, explica el responsable del Canal. Después, y tras filtrar los residuos que lleva el agua, pasan a las depuradoras “donde se trata el agua y es devuelta a los ríos en buenas condiciones”.
El motivo de la existencia de este tanque de Arroyofresno y los otros 35 que hay en la capital es que “Madrid es una gran ciudad con un río muy pequeño, de escaso caudal y poca capacidad para autodepurarse” y esta red de tanques de tormentas, “la mayor del mundo”, ayuda a evitar la contaminación del río.
En toda la Comunidad, el Canal gestiona 65 tanques de tormentas “con capacidad para retener 1,5 hectómetros cúbicos de agua para cada episodio de lluvia intensa”. A lo largo de 2020 se almacenaron 9 hectómetros cúbicos “unas nueve veces la capacidad del estadio Bernabéu”, explica Manuel Rodríguez, lo que significa que “se evitó verter al río ese volumen de aguas residuales”.