Carmena: la alcaldesa "independiente" quiere seguir al mando en Madrid
La dirigente afrontará con 75 años su segunda campaña que, de ser reelegida, la llevaría a acabar el mandato con 79
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Manuela Carmena, la exjueza jubilada que se convirtió, casi por sorpresa, en alcaldesa de Madrid a sus 71 años, no se quiere retirar y, desde su posición de "independiente", quiere seguir al mando aunque esta vez con mayor control.
Antes que alcaldesa, Carmena fue activista, abogada laboralista, madre, jueza y fundadora de Jueces para la Democracia, se presentó a las primeras elecciones con el PCE, se salvó de un atentado, fue relatora de Naciones Unidas y ya jubilada hizo emprendimiento social, diseñó un juego de mesa y fundó una tienda solidaria en Malasaña. Se presentó a los comicios de 2015 con Ahora Madrid ante la insistencia de Podemos y la convicción de que alguien amable y optimista tenía que plantar cara a la popular Esperanza Aguirre. Las peticiones y alabanzas su núcleo duro la han animado a quedarse, esta vez con garantías de que no sufrirá tanto con parte de un grupo municipal que ha terminado por hacerle oposición.
Manuela Carmena afrontará con 75 años su segunda campaña que, de ser reelegida, la llevaría a acabar el mandato con 79. Hasta el momento, ni la edad ni los problemas de tensión arterial le han impedido mantener jornadas maratonianas -empieza a trabajar cada día a las siete de la mañana- en las que haciendo gala de su voluntad de escucha y aprendizaje se ha reunido con jefes de Estado pero también con trabajadores, vecinos o adolescentes a los que ha preparado ella misma la comida.
Porque quien almuerza en el Palacio de Cibeles sabe que el menú se trae de casa y que a menudo lo elabora ella: cada lunes cocina para sus colaboradores y aprovecha para felicitarles o sugerirles trabajar mejor. Abierta, cercana y cariñosa en lo personal, Carmena es también punzante e irónica. Y escudándose en una apariencia de despistada, lanza dardos sutiles si apuntan a sus díscolos y más directos si van a la oposición, a la que desde su sillón de presidenta del Pleno ha reprochado en varias ocasiones poca ética y afán de desgastar.
Pese a ser alcaldesa, Carmena mira desde la distancia e incluso con desdén a la clase política. Sin embargo, con su estilo propio ha terminado moviéndose en el mundillo como pez en el agua. Inteligente y analítica aunque también olvidadiza, Carmena ha evitado posicionarse en asuntos de política nacional alegando que no es comentarista, pero cuando lo ha hecho sus palabras no han pasado inadvertidas porque nunca le ha importado contradecir a sus socios.
Ajena a los argumentarios -en la campaña de 2015 lamentaba que Podemos se los mandase-, Carmena se prepara sola la mayoría de sus discursos y deja tanto margen a la improvisación que sorprende a veces con sus "carmenadas", que la han llevado a proponer en foros de primera línea desde un concurso para niños de recoger colillas hasta que todos los bares de Madrid usen las mismas servilletas. No obstante, su espontaneidad ha aminorado con el tiempo, y ella misma admitió que callaría sus ideas para evitar el "chorreo" de la oposición, pese a haberse sentido siempre "feliz" con su "imaginación".
La alcaldesa tardó en sentirse cómoda en su papel e incluso se arrepintió al inicio de haberlo asumido, y se ha visto en ocasiones sola y con la sensación de que sus concejales -incluso también los cercanos- no estaban a la altura de su responsabilidad. Si en los primeros pasos de legislatura no lograba imponerse a los suyos, con el tiempo Manuela Carmena ha dado golpes de mano e incluso ha cortado cabezas porque la alcaldesa escucha y busca el acuerdo, pero también sentencia.
Imaginación y energía no le faltan a esta alcaldesa a la que le importan "un pimiento" las ideologías y que ha procurado seguir usando el transporte público para tener contacto con los vecinos. "La abuela", como la llaman sus críticos, tiene cuerda para rato.