Madrid - Publicado el - Actualizado
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Ignacio y Pablo González no tienen las comunicaciones intervenidas. Por eso, ambos apuran en su primera semana de encierro en el módulo uno de la cárcel de Soto del Real sus cinco llamadas reglamentarias, de cinco minutos cada una, que destinan a tranquilizar en sus casas. No es fácil infundir ánimo a las dos mujeres que están al otro lado del teléfono.
La primera es Lourdes Cavero Mestre, esposa del delfín de Esperanza Aguirre y madre de sus tres hijas, a quien desde hace años un juzgado de Málaga no pierde de vista por la compra o regalo irregular del ático del que se encaprichó en la urbanización Alhambra del Golf, en Estepona. Y ahora, es la misma Audiencia Nacional que ha encarcelado a su marido la que también la imputa por el caso Lezo, que investiga la compra, por parte del Canal de Isabel II -el gigante público de la Comunidad de Madrid- de la sociedad brasileña Emissão por cuatro veces su valor.
Lourdes contesta a la llamada de su marido desde el chalet donde la UCO detuvo a este hace diez días, cuando venía de hacer deporte; una lujosa mansión de 447 metros cuadrados, en la calle Burgohondo del barrio madrileño de Aravaca, que el juez Velasco ha bloqueado pese a que en el Registro no aparece a nombre de Ignacio, y sí al de su cónyuge. Una «donación» reciente tiene la culpa.