Lucía Galán: "En 2017 se ahogaron 32 niños en piscinas. No hay que despistarse ni para mirar el whatsapp"
Hablamos de vacunas, ahogamientos, educación sexual y posparto con la pediatra Lucía Galán
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Lucía Galán es pediatra en el Hospital Internacional Medimar, en Alicante. Compagina su actividad médica con un blog de divulgación en el que aconseja a padres. Gracias a esa labor, ganó el Premio Bitácoras al mejor blog de salud e innovación científica en 2015. Además, ha escrito tres libros: Lo mejor de nuestras vidas (2016), Eres una madre maravillosa (2017) y El viaje de tu vida (2018)
-Parece que está de moda no vacunar.
-Lo que está de moda es hacer mucho ruido, pero afortunadamente, como dice el dicho: "mucho ruido y pocas nueces". El movimiento antivacunas en España es testimonial. Es muy pequeño y España cuenta con una de las tasas de vacunación más altas de Europa. De lo cual tenemos que sentirnos orgullosos tanto los profesionales de la salud como los padres. Lo que pasa es que las noticias que generan los antivacunas siempre producen mucho impacto y parece que están por todos lados, pero lo cierto es que en nuestro país no. No es así en el resto de Europa, donde efectivamente hay un problema grave, por ejemplo en Francia, Italia, Rumanía o Portugal. Los antivacunas están creciendo, los casos de sarampión se están multiplicando...Nosotros estamos tranquilos, pero expectantes, por si acaso hubiera que cambiar alguna de las estrategias que a nosotros sí nos funcionan.
-Estamos viendo en Francia, en Italia, sobre todo en Estados Unidos, que están resurgiendo enfermedades que parecían olvidadas.
-Efectivamente. Hay un problema ahora muy serio con el sarampión. Las cifras se han multiplicado por 400. El número de fallecidos va creciendo mes a mes, y lo dramático de esto es que en el 80% de los casos son personas no vacunadas o incorrectamente vacunadas. Es triste tener que lamentar muertes por enfermedades prevenibles. Una muerte siempre es lamentable, pero cuando se produce en niños que no pueden decidir por ellos mismos y por enfermedades que se pueden prevenir por una vacuna segura y eficaz, pues es difícil de entender. Como médico y como madre. A mí me costaría mucho gestionar una culpa así si me pasara.
-¿Por qué no es obligatorio vacunar?
-En España no es obligatorio vacunar, los padres tienen la última decisión sobre si poner o no la vacuna. Y de momento, las autoridades y el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría opinan, y yo opino lo mismo, que con las tasas de vacunación tan altas que tenemos, el obligar a vacunar generaría un efecto rebote hacia los antivacunas y el movimiento crece. De la historia hemos aprendido que cuando se obliga a vacunar a los niños, como pasó en California, al final hubo que revertir la orden, porque la población se rebeló y los antivacunas crecieron. Entonces, nosotros pensamos que ahora mismo, en España, no es necesario que sea obligatorio vacunar porque las coberturas son superiores al 95% y la inmensa mayoría de la población vacuna a sus hijos. Si en algún momento esas tasas bajasen y hubiera un riesgo de salud pública, evidentemente, si hay que obligar a vacunar, se obliga. De hecho, hace unos años hubo un brote en Andalucía de sarampión y al final, el juez obligó a vacunar a todos los niños de la zona, porque el brote había surgido de una comunidad antivacunas.
-¿Crees que falta educación médica en las escuelas? ¿Por qué resulta atractivo no vacunar?
-Curiosamente, los antivacunas no suelen ser ignorantes. Los que me he encontrado, suelen ser gente universitaria, no con estudios médicos, evidentemente, pero tienen profesiones de alto nivel y es gente inteligente y, a priori, cuerda. Lo que ocurre es que están mal asesorados. Entre ellos se convencen y funciona parecido a una secta, funcionan a través de creencias y por eso es tan difícil para nosotros actuar contra ellos, porque funcionan por dogmas. No es una cuestión de ignorancia, sino de mal asesoramiento y de miedo. Hay un factor de miedo muy importante. Desde que tenemos acceso a todo tipo de información a golpe de clic, sin ningún filtro, ha aumentado muchísimo el miedo. Todos leemos una noticia e inmediatamente nos ponemos en la piel de esa persona, pensamos que nos va a ocurrir a nosotros, a nuestros hijos. Y tu cerebro no filtra si ha sucedido en el barrio de al lado o en Tailandia. Ese exceso de miedo en la población, ha hecho que un sector sea más incrédulo, no se fíe, piense que hay intereses ocultos...Se ha generado un halo de misterio en torno a la industria farmacéutica, tan de película, tan de misterio...Que llega a convencer a muchas peronas.
-Hay otro tema que es preocupante, que es el uso indiscriminado de antibióticos, que está provocando bacterias resistentes.
-Yo creo que ahí hay una responsabilidad médica, profesional. Efectivamente, la resistencia a antibióticos es una lacra en los países desarrollados. Se calcula que en 2050 la resistencia a los antibióticos matará a más gente que el cáncer. A nosotros los profesionales nos preocupa mucho, y se juntan dos factores. Primero, el uso indiscriminado de antibióticos en procesos banales y víricos. Porque a veces tirar de antibióticos es más fácil que explicarle al paciente cada vez que viene que lo que tiene es un proceso viral, que no necesita antibióticos, que si no mejora en 4 días tiene que volver... También sumado a toda la presión asistencial que hay en nuestra Sanidad. Y otras veces, es el propio paciente el que considera que cuando lleva dos o tres días con fiebre lo que necesita es un antibiótico y, o bien se toma unos que le sobran por casa, o presiona al médico para que se los recete. Nosotros los médicos nos tenemos que pensar mucho los antibióticos que prescribimos, porque cuando te encuentras con un paciente multirresistente es un drama. Son pacientes que se mueren delante de tus narices y no puedes hacer nada.
-Antes has hablado del exceso de información. Ahora los padres, en cuanto los niños tienen un problema, buscan en internet antes de acudir a un médico.
-Yo creo que ahora a la gente no se le puede decir que no mire en internet. Antes se decía: "esto no lo mires en internet". Esto ahora es una utopía. Jamás se me ocurriría decírselo a un paciente, porque es lo que hacemos todos. Va a ser lo primero que hagan en el ascensor de la consulta, mirar lo que les han diagnosticado en internet. Yo no les digo que no busquen en internet, pero sí les digo qué fuentes pueden consultar o cómo diferenciar una fuente fiable de la que no es fiable. Una fuente si es oficial, mejor, si es de una asociación científica avalada. Si entran en blogs, que busquen al autor del blog, que tenga nombres y apellidos, que tenga una cara, no un avatar. Que no haya productos milagrosos detrás. Porque muchas veces, esos mismos blogs no solo van en contra de la evidencia científica, sino que luego ellos venden su producto, su vacuna, su crecepelo o su producto milagroso. Yo a mis pacientes les intento dar la información lo más mascada posible, y luego les digo: "Si necesitáis más información, por favor, pedídmela". Y les mando enlaces y páginas realmente fiables en las que pueden informarse.
-Estamos en verano. Tiempo de piscinas, y de ahogamientos. ¿Qué precauciones hay que tomar con tu niño en la piscina?
-Vigilancia, vigilancia, vigilancia y vigilancia. Estar con él y no separarte ni un minuto. En menos de un minuto se ahoga un niño. En España, cada año aumentan las muertes por ahogamiento en niños. Hay una página que se llama ahogamiento.com en la que están todas las tablas y está fenomenal. En el 2016 murieron 19 niños y en el 2017 murieron 32. Las cifras aumentan año a año y esto me parece tremendo. Y no sé qué está ocurriendo. Los niños se ahogan en piscinas. Los adultos más en playa, pero los niños en piscina. Prácticamente el 100% de los ahogamientos de niños son prevenibles con vigilancia. No así en los adultos, que muchas veces se ahogan porque les da un ictus o un infarto. Los niños se ahogan porque no había un adulto cerca que los sacara del agua. ¿Medidas? Pues estar con tu hijo y no separarte ni para contestar un whatsapp. Porque en 25 segundos un niño se ahoga. Y realmente se ahoga en un palmo de agua. Como medidas de flotación lo más seguro es el chaleco. Hay que huir de los flotadores, están totalmente desaconsejados. Los manguitos, que los vemos en todos los sitios, si estás con tu hijo en el agua, no hay problema, pero nunca los debemos usar como un mecanismo seguro de flotación. Porque se pueden pinchar, se pueden escurrir...No es seguro. Los niños se pueden ahogar con manguitos.
-En esta época también se suele dejar a los niños más a su aire. Solemos estar en entornos más seguros: urbanizaciones, pueblos...Conocemos a la gente alrededor. Pero sigue habiendo riesgos como caídas...¿A qué edades podemos ir soltando poco a poco la mano del niño?
-Los accidentes infantiles se producen sobre todo en los menores de cinco años. A partir de los dos, tres añitos el niño ha empezado andar y parece que los padres están más relajados. Y los niños con dos años no miden el riesgo, no son cautelosos, son bastante kamikazes. Luego hay una etapa entre los cinco y los diez que los niños ya perciben el riesgo, tienen más cuidado. Siempre hay que vigilar, pero es una etapa tranquila. Y luego, el segundo tipo de accidentes los vemos en los adolescentes. A partir de los once, doce años, las hormonas se revolucionan y vuelven a perder el miedo. Tanto la dopamina, como la testosterona, la adrenalina...Están en unos niveles altos y eso les hace tener conductas que no tenemos con treinta años ni con siete. Es cuando vemos en las noticias adolescentes que se tiran de cabeza a la piscina, en la playa, en las rocas...y muchos comportamientos de riesgo.
-Pero a un adolescente es mucho más complicado impedirle que haga las cosas.
-Es más complicado porque no les estás vigilando. Un niño hasta los doce, trece años está a tu lado. O debería estar a tu lado. Pero ya el adolescente queda con sus amigos y sale. Ese es el verdadero problema. Y no hay solamente conductas de riesgo en el agua, en la montaña...sino también por la noche, conductas de riesgo sexuales, de todo. Yo soy fiel defensora de que la adolescencia es un poco recoger lo sembrado. El trabajo de los padres está en los años previos. Llenando esa mochila de una buena educación en las playas, las piscinas, educación sexual, educación en amigos...cuando son pequeños. Mi hijo el mayor tiene once años y medio y puedo hablar con él prácticamente de cualquier tema, que lo entiende.
-¿Cómo se empieza esa educación sexual? ¿A qué edad?
-La empiezan ellos. Empiezan ellos a hacerte preguntas con cinco o seis años, de dónde vienen los bebés...Y ahí empieza todo. Incluso antes, con dos o tres añitos, si tienen hermanos o si te ven a ti salir de la ducha...Y comparan a papá y a mamá y ven que los cuerpos son diferentes. Ahí empieza realmente la educación sexual y son temas que no tenemos que posponer ni esperar a tener la conversación de "niños, hoy tenemos que hablar". La educación sexual empieza en el momento en que el niño se da cuenta de que su cuerpo es diferente al de su hermana. Ahí empezamos a explicarle las diferencias que hay en el cuerpo humano. Si te preguntan de dónde vienen los bebés no hay que hablarles de París ni de la cigüeña, sino ir explicando, en un lenguaje que ellos puedan entender, todo lo que van preguntando.
-Hay que responder la verdad siempre.
-Siempre. Y muchas veces se pueden aprovechar las noticias que salen en los medios para explicarlo. Sale una noticia de una niña de 13 años embarazada, y es una buena oportunidad para decirles: "¿Sabéis por qué se ha quedado embarazada? ¿Sabéis cómo se previene un embarazo?" Son cosas que además se estudian en el colegio. Mi hijo con once años lo ha estudiado este año. Entonces, si se lo dan en el colegio, cómo no vamos a hablar nosotros con ellos. Porque luego en la adolescencia ya llegamos tarde. Al chaval de 16 años ya ni le interesa, se va a levantar a los dos minutos. Hay que tenerla antes.
-El tema de las drogas, que es algo a lo que también se enfrentan los adolescentes. ¿Cómo se enfoca?
-Pues exactamente igual. A los niños lo que más les impactan son las experiencias cercanas. Tú les puedes dar la charla de lo que es el cannabis, por ejemplo, pero no les impacta tanto como ver a un yonki por la calle, hecho polvo y que te pregunten: "¿Pero qué le pasa a ese chico?" Y tú les explicas: "Mira, esto ha sido por esto y por esto". Y eso es muy impactante, yo lo vivo a diario con mis hijos y les cala más que cualquier charla que tengas. Por eso es importante estar atentos al mundo que nos rodea y buscar ejemplos para advertirles y explicarles las consecuencias de determinados comportamientos.
-Si pillamos por ejemplo a nuestro hijo con alcohol, o fumando...¿Qué tipo de conversación hay que tener?
-Pues ahí, primero hay que contar hasta diez...Echar la vista atrás y recordar que todos hemos pasado por ahí, que todos hemos sido adolescentes. Hay que intentar ponerse en su lugar... Esas tres cosas antes de hablar con él. Y una vez lo hayas hecho, que te lleva unos minutos, preguntarle por qué ha hecho eso, intentar analizar de una manera lo más aséptica posible la situación. Ver si estaba rodeado de amigos, si todos lo hacían...Ver si ha sido algo puntual o es algo cotidiano. Si es una cosa puntual, tampoco hay que dramatizar, aunque el mensaje es claro: los menores no deben beber consumir alcohol. Y si ves que es algo habitual, hay que buscar ayuda profesional.
-Voy a cambiarte de tema. El otro día escribiste en twitter sobre la depresión postparto...¿Qué es la depresión postparto?
-Bueno, hablé realmente del postparto, no tanto de la depresión, que es un escalón más. El postparto es esa época tan oscura que viene inmediatamente después de dar a luz de la que poco nos hablan, nada nos preparan, y realmente es uno de los momentos más difíciles de la maternidad. Y es triste, porque es el principio del viaje. Como nadie te cuenta lo difícil que es, lo sola que te sientes, la cantidad de sentimientos encontrados que tienes, lo cansada, agotada que estás, el no reconocer esas emociones tan bonitas que se supone que tienes que tener cuando eres madre...Todo eso te hace sentirte tremendamente culpable y te haces muchas preguntas, de por qué nadie te ha contado esto, por qué no te preparan. Cuando esto dura más de cuatro, cinco semanas, y en lugar de levantar el ánimo, empeora, estaríamos hablando de una depresión postparto, que ya es una patología reconocida y que necesitaría atención especializada. Pero quise hablar de este tema, que en todos mis libros hablo de ello, porque ya han pasado diez años desde que tuve mi primer hijo y lo viví en primera persona, y la gente sigue viniendo a la consulta en la primera revisión del recién nacido sin nada de información y el golpe es duro. Pues vamos a hablar de ello, vamos a preparar a los papás, para que vean que es algo que pasamos casi todos, y que en tres o cuatro semanas se pasa. Y que si no se pasa, hay que tratarlo.
-Quizá pasamos de prestar mucha atención a la madre embarazada, que es como el centro de la familia, a la que hay que cuidar todos...Y de repente, cuando nace el bebé, el centro de la familia pasa a ser el bebé y la madre parece que pasa a un segundo plano.
-Efectivamente. Es la gran olvidada. El padre, ya ni te cuento, el pobre, que se pasa la primera semana haciendo papeles y casi que es una figura invisible, injustamente invisible. Pero, efectivamente, yo siempre digo que para cuidar al bebé sobran manos y para cuidar a la recién mamá faltan. Muchas veces se escudan en "por ahí hemos pasado todas, es lo que toca, es la naturaleza..." Y tú te encuentras fatal. Y es probablemente el momento de la maternidad en el que más apoyo y empatía necesitas de este viaje. Luego ya las fuerzas te sobran, pero el principio es tan duro...Y es cuando más acompañada estás, pero cuando más sola te sientes.
-¿Qué le dirías a una persona que a lo mejor su hija, su hermana, su amiga, acaba de dar a luz? ¿Cómo debe tratar a esa nueva mamá esos primeros meses?
-Que le pregunte qué necesita. Que no dé las cosas por hecho. Pregunta: "¿Qué puedo hacer por ti?". Porque hay madres que necesitan a su pareja y a su bebé y ya está, estar los tres solos. Hay mujeres que necesitan a su madre, porque tienen un vínculo muy fuerte con ella y la necesitan a su lado. Hay otras que necesitan que las arrope toda la familia. Cada una tenemos unas necesidades diferentes. Antes de juzgar, de solucionarles la vida, preguntar: "¿Qué puedo hacer yo para que te sientas mejor?"
-Quizá falta eso, ¿no? Escuchar.
-Escuchar. Y acompañar.