Moix, tres meses envuelto en polémicas

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Manuel Moix Blázquez ha durado tres meses al frente de la Fiscalía Anticorrupción, un cargo al que llegó rodeado de dudas y polémica y del que sale envuelto en escándalos por su gestión y -la gota que ha colmado el vaso- por su participación en una sociedad familiar radicada en Panamá.

Reprobado por el Congreso y cuestionado por parte de la carrera fiscal, Moix (Madrid, 1958) aguantó casi inmutable las críticas a su trabajo y amagó con hacer lo mismo cuando se desveló el escándalo de la empresa radicada en un paraíso fiscal.

Pero en pocas horas pasó de un "no dimito" a un "no tengo apego al cargo" y de asegurar que había obrado bien a admitir el error de no haber contado al fiscal general del Estado, José Manuel Maza, su relación con esa empresa.

Y de ahí a la renuncia. Todo ello al compás del cambio de actitud del Ejecutivo, que pasó de apoyarle a guardar silencio sobre él.

Maza ha aceptado su renuncia este viernes, pero ha considerado que no ha existido en el comportamiento de Moix "ninguna clase de ilegalidad o irregularidad, ni siquiera incompatibilidad".

Moix fue elegido a finales de febrero por delante de otros seis aspirantes, todos ellos miembros de Anticorrupción, algunos muy respetados. Fue una decisión de su jefe, el fiscal general del Estado, quien explicó que esa Fiscalía necesitaba "un impulso" y alguien de fuera que cambiara determinadas dinámicas.

Llegaba el nuevo jefe Anticorrupción tras dos años en el Supremo y otros doce como jefe de la Fiscalía de Madrid. Una larga carrera en una de las Fiscalías más relevantes y complicadas.

Traía consigo decisiones polémicas, como la de pedir la puesta en libertad de Rodrigo Rato tras su detención, la de acusar al juez Elpidio Silva y la de calificar como falta y no delito el incidente de Esperanza Aguirre en la Gran Vía. Y, como se ha recordado ahora, varios archivos de denuncias por la gestión del Canal de Isabel II.

La investigación era el caso Lezo, precisamente sobre el Canal y se saldó con la detención del expresidente madrileño Ignacio González. El mismo que en esa conversación pinchada decía a Eduardo Zaplana que quería a Moix -"un tío serio"- en Anticorrupción y que su elección sería algo "cojonudo".

El resumen es que, mientras su antecesor, Antonio Salinas, permaneció trece años en el cargo sin generar titulares o polémicas, el nombre de Moix se hizo conocido en pocos días y copó portadas, informativos y tertulias durante tres meses.

Pese a todo ello, no le faltó el apoyo público de su jefe; del ministro de Justicia, Rafael Catalá, ni del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Incluso una vez conocida su participación en una sociedad radicada en un paraíso fiscal, el jefe del Ejecutivo dijo que mantenía la confianza en él.

También este jueves el Gobierno optó por el silencio y señaló al fiscal general como responsable del cese o la continuidad de Moix. Él mismo cambió el tono y abrió la puerta a su salida. Hoy se ha cerrado y ha quedado fuera. Menos de cien días después de su nombramiento.  

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