¿Quieres un hijo de 10? Mejor déjale ser quien es

El síndrome de la familia perfecta genera estrés y ansiedad

Familia feliz
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Carmen Labayen

Carmen Labayen, jefa de Sociedad de COPE, explica en 'Mediodía COPE' qué es el 'síndrome de la familia perfecta'

Carmen Labayen

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Querer ser padres modelo y tener hijos de 10 en todo puede parecer, a priori, un buen objetivo, pero realmente no lo es. Es lo que se conoce como el síndrome de la familia perfecta y se basa en la creencia de que si hacemos todo lo que nos dicen los pedagogos y psicólogos y nuestros hijos cumplen con nuestras expectativas, serán felices y triunfarán en la vida. En este tipo de familias los hijos en edades tempranas llegan a pensar que la felicidad de sus padres depende de que ellos sean perfectos. No suele acabar bien.

Cuando en lugar de dejar a los hijos explorar quienes son y quienes quieren ser, los modelamos para que sean ese hijo que proyectamos como perfecto tenemos todas las papeletas de que nuestros objetivos acaben truncándose y estallando en la adolescencia a fuerza de presión, estrés y ansiedad. Y todo porque la familia perfecta no existe y tratar de llegar a un objetivo irreal es fuente de frustración para todos.

“Es aquello de casa perfecta, cuerpo perfecto, dientes blancos perfectos y para complementar el cuadro hijo o hija perfectos. Y claro, cuando eres pequeño, lo que más quieres es que tus padres se sientan orgullosos de tí. Ocurre que un hijo no es un proyecto, no es tu proyecto, es una persona, él o ella. Ayudarles a empezar a ver quienes son es el camino para que ellos se sientan bien y puedan sentir que tienen permiso para ser ellos mismos”, explica en COPE la educadora Cristina Gutiérrez Lestón.

¿Qué consecuencias tiene el síndrome de la familia perfecta?

El problema principal de este tipo de educación -que implica tener las agendas controladas al milímetro desde la más tierna infancia y el trasladar a los hijos que, en parte, nuestro afecto depende de que cumplan con los objetivos que nosotros les estamos marcando-es que los padres piensan que, haciendo todas esas actividades y siguiendo los principales consejos pedagógicos a su alcance, a sus hijos les va a ir genial y no van a tener problemas para situarse en la vida.

“Si quieres un campeón del mundo en tu casa, en tu familia, lo mejor es que empieces a entrenar tú, a tu hijo déjale en paz. Si él quiere ser algo ya lo será. Pero si les presionas lo que acaba pasando es que no pueden con ello, se ahogan y empiezan a hacer tonterías. Se refugian en las drogas o en gente que quita toda esa presión, van en moto sin casco (…) Y ahí es cuando empieza el peligro”, señala esta investigadora de educación emocional aplicada y autora de “Entrénalo para la Vida” y de “Crecer con Valentía” entre otras obras.

Recomienda quitarle a nuestros hijos la presión: “no vayas todos los domingos a verlos jugar y no grites en los partidos porque cuando te ven gritar el mensaje que le llega al crío es que para ti ese deporte y ese partido es muy importante y que, como no ganes o no lo hagas bien, te van a decepcionar y eso es una presión brutal”.

¿Qué consecuencias tiene el síndrome de la familia perfecta?

“No quiero un hijo 10 te prefiero a ti, por ejemplo, es una frase que rompe y desmonta esas creencias que, en ocasiones, también de forma inconsciente, nos hemos creado los padres. Y todo porque tu hijo no puede ser otra persona o aquel que todo el mundo espera de él solo puede ser él mismo, lo que es y nada más. Y hasta que no sea él, no habrá paz”, subrayan esta educadora y CEO de la Granja Ability Training Center https://www.lagranjatc.com/es/.

No caer en el síndrome de la familia perfecta pasa por estas 3 claves según señala esta educadora:

1.-Transmitir a nuestros hijos que nuestro amor es incondicional. Genera un clima de confianza y de seguridad en casa. Diles a tus hijos que les quieres tal y como son y enseñarles a respetarse a sí mismos y a los demás.

2.-¿Es tu hijo tu proyecto de vida? Si respondes que sí ten cuidado porque les será muy difícil ser ellos mismos y, por tanto, personas auténticas y genuinas.

3.-La perfección es irreal. El intento de algo imposible de cumplir genera mucha tensión y frustración en el hogar. Debemos enseñar a nuestros hijos que aunque tratemos de hacer las cosas bien o lo mejor posible no siempre salen como las planeamos y que equivocarnos, ser vulnerables y débiles es también humano.

Concebir la familia como el lugar donde crecer juntos y complementarnos con respeto y comunicación nos hará más felices y, aunque difícil y, a diferencia de la perfección, sí es posible.

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