Timanfaya Hernández, psicóloga:"Se nos ha olvidado dedicar una mirada especial a los niños, a los adolescentes

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Raquel Pérez Polo

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Todos somos conscientes de que el mayor impacto de la pandemia, la peor parte, ha sido para nuestros mayores, los abuelos. Esa generación, la de los ancianos, que a lo largo de su vida lo ha dado todo, ahora, hasta la vida. Las últimas cifras oficiales hechas públicas por el Gobierno a finales de febrero y según los datos recopilados por los ministerios de Derechos Sociales, Sanidad y Ciencia e Innovación, el impacto del coronavirus en las residencias de la tercera edad ha supuesto 29.379 muertes.

Solo en residencias, cifras más elevadas si unimos a todos los ancianos que han muerto durante la pandemia y que residían en sus casas o con sus hijos. Porque el coronavirus ha sido cruel con, especialmente, los mayores de 70 años. La llegada de las vacunas ha puesto el freno a esa sangría que nos estaba dejando huérfanos.

Pero cuidar a nuestros abuelos, padres, a nuestros mayores, no debe hacer que perdamos de vista a las nuevas generaciones, a los niños y adolescentes que no van a salir indemnes de todo esto. Puede que su organismo sea más resistente al virus, pero, y ¿su mente?

Adolescentes y niños han demostrado su resistencia al permanecer en casa donde no solo han tenido el aula del colegio, han sido reposteros y han visto cumplida una de sus máximas reivindicaciones: pasar más tiempo con sus padres. Pero todas esas circunstancias también han hecho mella en su psique. Algo sobre lo que pone especial énfasis la psicóloga Timanfaya Hernández, "a todos, en general, nos está afectando esta pandemia. Hay muchos sectores vulnerables y a ellos les hemos dedicado nuestra mirada, pero quizá se nos ha olvidado dedicar una mirada especial a los niños, las niñas, los adolescentes que han tenido que adaptar sus rutinas de vida de una forma increíble a las circunstancias de esta pandemia. Lo están viviendo, cada uno, de forma diferente, en etapa de crecimiento diferentes, de desarrollo diferentes y con necesidades diferentes en cada una de ellas. Las relaciones sociales son fundamentales y la forma de relacionarse han cambiado y adaptarse a esto supone un antes y un después y es trabajo de todos, de toda la población, que nuestros menores y jóvenes y adolescentes tengan esa especial mirada durante esta pandemia".

Tras la pandemia, "seremos distintos"

No podíamos dejar de hacer a la psicóloga la pregunta, ¿qué va a venir después? ¿Cómo nos habrá cambiado la pandemia? ¿Podremos retomar las ilusiones, esperanzas en el futuro, los proyectos que teníamos antes del 13 de marzo de 2020?

"Claro que seremos capaces de tener esas expectativas, esas esperanzas que teníamos antes del 13 de marzo de 2020, pero también seremos distintos porque la vida es aprender, la vida es adaptar y la vida es crecer conforme a aquello que nos va pasando. Tendremos esperanza, pero por el camino hemos aprendido cosas que sin lugar a dudas ni vamos ni debemos olvidar" nos responde la vicesecretaria de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

Visión muy distinta es la que defiende en su último libro Nicholas Christakis, médico, sociólogo e investigador de la Universidad de Yale. En "Apollo's arrow: the profound and enduring impact of coronavirus on the way we live" ('La Flecha de Apolo: el impacto profundo y duradero del coronavirus en la forma en que vivimos'), Christakis -considerado uno de los 100 pensadores más influyentes de la actualidad- analiza aspectos relevantes de la epidemiología, la tecnología, la inmunología, las matemáticas aplicadas, las redes sociales y el comportamiento humano afectados por la pandemia y entre sus conclusiones destaca que en 2024 podríamos entrar en un periodo pospandemia en el que "la gente buscará inexorablemente más interacción social. La gente irá a clubes nocturnos, restaurantes, manifestaciones políticas, eventos deportivos, recitales".

Dejaremos atrás, destaca Nicholas Christakis, algo que estamos haciendo en estos momentos y que ha ocurrido en todos los momentos de la historia en los que han ocurrido pandemias, "la gente ahorra dinero, le toma aversión al riesgo, tiene menos interacciones sociales y se queda más en casa. Deja de ver a tus amigos y se vuelve más religiosa".

Solo hay que mirar, dice el profesor "a los últimos 2.000 años, cuando las pandemias terminan, hay una fiesta. Es probable que veamos algo similar en el siglo XXI".