La oruga procesionaria: un peligro a evitar al pasear el perro en primavera
Este insecto puede causar graves lesiones a nuestra mascota
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La oruga procesionaria del pino suele hacer acto de presencia en nuestros parques y bosques cada primavera y se suele encontrar con abundancia en los pinares del sur de Europa. Estas orugas están cubiertas por pelos urticantes que pueden provocar irritación tanto en humanos como en animales. Constituyen un peligro para los niños que juegan solos en parques o bosques donde predominan los pinos, y también suponen un riesgo para la salud de nuestras mascotas, especialmente para los perros, más propensos a morder y jugar con objetos desconocidos que los gatos.
Cada oruga procesionaria posee miles de pelos urticantes a modo de finas agujas capaces de inyectar la toxina en la piel y mucosas del animal. Es su mecanismo de defensa y lo utilizan al sentirse amenazadas.
¿Cómo saber si nuestro perro ha estado en contacto con orugas?
Existen una serie de síntomas que mostrará nuestro can de sufrir una intoxicación por estar en contacto con orugas procesionarias. Aparecerá prurito y se le hincharán los labios y/o la lengua, y observaremos que tiene un exceso de salivación. Probablemente estará agitado y se frotará la boca con las patas con frecuencia. En caso de ingestión de la oruga, presentará vómitos y/o diarrea. Otros posibles síntomas, que dependerán del tipo del contacto que el animal haya tenido con el insecto, son los oculares, como la hinchazón de los párpados, la conjuntivitis o las úlceras corneales, así como los de carácter respiratorio, como la tos o la rinitis.
El daño que el contacto de la oruga procesionaria puede causar en el animal es igual para el perro con independencia de su edad. Sin embargo, son los cachorros los más susceptibles de entrar en contacto con estos insectos, debido a una mayor inexperiencia y curiosidad y a tener menores reparos, en general, de llevarse cosas desconocidas a la boca.
¿Qué hago si mi perro se ha intoxicado?
Los expertos señalan que es muy importante acudir a una clínica veterinaria en cuanto se tenga la más mínima sospecha de que el animal haya podido ser intoxicado por una oruga procesionaria. De no hacerlo, con el paso de las horas, puede aparecer la necrosis de ciertas áreas que hayan estado expuestas al insecto, derivando finalmente en la pérdida del tejido. La lengua es una de la partes del cuerpo del can afectadas con más frecuencia por el contacto con una oruga procesionaria. Un síntoma de intoxicación por esta causa sería, pues, que el perro deje de comer al sufrir disfagia, es decir, dolor al tragar alimentos. En los casos más graves, especialmente si el animal ha ingerido la oruga procesionaria, puede aparecer un edema facial, dificultad respiratoria o incluso una reacción anafiláctica, que puede derivar en un desenlace fatal.
El pronóstico dependerá del nivel de contacto que el perro haya tenido con el insecto y, sobre todo, de la rapidez con la que se haya acudido al veterinario. Habitualmente, de no existir complicaciones, el animal puede recuperarse en una semana o incluso menos días.
¿Cómo prevenir la intoxicación por orugas procesionarias?
No hay mucha más opción que dejar de pasear por parques y bosques de pinos durante la primavera. De hecho, los veterinarios aconsejan que no se permita al perro el comportamiento de búsqueda bajo matorrales y arbustos, donde nos es muy difícil comprobar qué puede haber. En el momento en el que la mascota empieza a hacerlo o a intentarlo lo mejor es poner fin a la estancia en el parque y volver al domicilio.