La masacre de Tulsa: el genocidio de todo un pueblo que Estados Unidos intentó ocultar durante décadas
Casi cien años después del terrible episodio en Tulsa, aún hay muchas personas que reconocen no tener conocimiento del grave ataque racial en 1921
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Han pasado casi cien años desde una de las peores masacres contra la comunidad negra en Estados Unidos, pero no todos la conocen. Es más, hay quienes ni siquiera han escuchado hablar de ella.
Todo empezó la mañana del 30 de mayo del año 1921. Un joven negro, de 19 años, de nombre Dick Rowland coincidió en un ascensor de un centro comercial con una mujer llamada Sarah Page. Los detalles varían según la fuente pero lo que sí está claro es que comenzó a correr un rumor sobre que el muchacho había atacado a Page.
La comunidad blanca de la ciudad comenzó a tener constancia del “incidente” y los relatos sobre el mismo comenzaron a exagerarse a medida que iba teniendo más repercusión. La policía de Tulsa arrestó a Dick Rowland a la mañana siguiente del 31 de mayo.
Ese mismo día, el periódico Tulsa Tribune elaboró un polémico reportaje, en el que aseguraba que un menor negro había abusado de una joven blanca. Aquel fue el detonante de los enfrentamientos entre negros y blancos frente al edificio donde estaba retenido Rowland. Las informaciones apuntan a que hubo diversos disparos pero los afroamericanos, que por aquel entonces estaban en desventaja por ser una minoría, se replegaron hacia el distrito de Greenwood.
El “Wall Street negro”
El distrito de Greenwood era comúnmente conocido como el “Wall Street negro” debido a la abundancia de negocios y su gran prosperidad económica. Tenía salas de cine, restaurantes, tiendas y diversos negocios que lo convertían en uno de los mejores barrios para la comunidad negra.
Fue precisamente en Greenwood, la madrugada del 1 de junio, cuando fue saqueado y completamente destruido por varios grupos de personas blancas. El gobernador del estado de Oklahoma, James Roberston, se vio obligado a declarar la ley marcial y desplegar ala Guardia Nacional para detener la violencia racial, que cesó al día siguiente.
No obstante, lo que no muchos saben es que durante los ataques y disturbios en Greenwood, más de 1.200 casas del distrito fueron quemadas, derruidas y destruidas. Se estima que en torno a 800 personas tuvieron que ser atendidas por lesiones durante las peleas. Sin embargo, la cifra más escalofriante está en el número de fallecidos: se estima que al menos 300 personas murieron. Además, más de seis mil personas, la gran mayoría de ellas afroestadounidenses, fueron detenidos. Los muertos fueron enterrados en fosas comunes y los cuerpos no se encontraron.
La matanza que Estados intentó ocultar
La mayor parte de los americanos han reconocido en algún ocasión que no conocían la existencia de aquella matanza. No se estudia en los libros de historia, no se habló de aquel episodio y todas las noticias relacionadas con aquel asunto desaparecieron. En la ciudad se extendió un manto de silencio y de vergüenza por lo sucedido, y aquellos terribles disturbios fueron escondidos.
No obstante, todos los supervivientes y los descendientes sí lo recordaban. En el año 1996 se creó una comisión para investigar lo sucedido en Tulsa. De hecho, no fue hasta el año 1997 cuando finalmente Estados Unidos aceptó la masacre y en el año 2001 finalizó la investigación, gracias a la que se aprobaron diversas compensaciones a las víctimas directas e indirectas del ataque racial.
La masacre, más viva que nunca
A pesar de haber pasado casi cien años desde aquel oscuro episodio en la historia de Estados Unidos, la matanza de Tulsa está más viva que nunca, ya que muchos de los que consiguieron sobrevivir a la matanza aún buscan justicia. El pasado 3 de septiembre, de hecho, un grupo de habitantes de Oklahoma, encabezado por una superviviente de 105 años, ha presentado una demanda conjunta en la que exigen que se les indemnice por los episodios de violencia que tuvieron lugar en la ciudad. Los supervivientes acusaron al Ayuntamiento de Tulsa, al condado e incluso al sherriff de la época, así como a la Guardia Nacional de Oklahoma y a la cámara regional de Tulsa por su participación directa en la mascare racial.
A principios del año pasado, la masacre también volvió a ser noticia después de que el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, programara un mitin de campaña en la ciudad el 19 de junio, el mismo día en el que el país conmemoraba el final de la esclavitud. Tras un aluvión de críticas, Trump optó por posponer el mítin al día siguiente.
Por su parte, a finales de octubre, un grupo de arqueólogos y antropólogos forenses hallaron una fosa común que podría estar estrechamente vinculada con la masacre racial. La fosa hallada en el Cementerio de Oaklawn, contenía al menos doce ataúdes de madera y todos los indicios apuntaban a que podrían tratarse de víctimas de la masacre.
De hecho, una plataforma en streaming quiso rescatar estos ataques y a mediados del año pasado lanzó la serie ‘Watchmen’, que transcurre precisamente en Tulsa, y gira en torno al racismo y los ataques raciales que tuvieron lugar la madrugada del 1 de junio de 1921 en la ciudad.