Francisco Godia, el predecesor español de Fernando Alonso en la Fórmula 1 del que no habrás oído hablar
30 años después de su muerte, pocos conocen la historia del mejor piloto nacional en el Gran Circo hasta la llegada del bicampeón del mundo asturiano
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“Fue un hombre extraordinario por el que siempre he sentido un gran respeto y admiración. Buen piloto –seguro y preciso– y también algo aún más difícil de encontrar: un buen amigo y una magnífica persona”. Si el tercer piloto con más Mundiales de la historia de la Fórmula 1, Juan Manuel Fangio, hizo estas declaraciones, seguro que el tipo al que iban dirigidas merecía atención. Se trata del pionero de este deporte en España, un gran desconocido del que es posible que nunca haya oído hablar: Francisco Godia.
Es muy difícil que alguien no sepa quién es Fernando Alonso. Sin embargo, es muy fácil no tener constancia del primer piloto que nos representó en el Gran Circo. 30 años después de su muerte, sólo los mejores conocedores de la materia saben que Godia fue el español más sobresaliente a bordo de un monoplaza hasta que apareció nuestro bicampeón del mundo. Eran otros tiempos, y la historia es de película.
¿Quién fue Francisco Godia?
Nacido en Barcelona en 1921, a Godia nunca le faltó nada. De buena familia, su abuelo era militar y a su padre le iba muy bien gracias a la empresa de importación que poseía. Cuando Francisco cursaba sus estudios universitarios, estalló la Guerra Civil, y no tardó en alistarse en las filas del ejército nacional: a los 16 años, se convirtió en el alférez provisional más joven del país.
Una vez que se licenció en Derecho y que se casó, a Godia empezó a picarle el gusanillo de la automoción. En aquella época, la gente de su estatus era toda una asidua a la Fórmula 1: pilotos amantes del riesgo, con dinero de sobra y de orígenes de todo menos austeros. Como el negocio familiar seguía viento en popa, no tuvo problemas para poder disputar su primera carrera, a los 25 años, en Montjuic. Era 1946 y empezaban nada menos que 23 temporadas (hasta 1969) vinculado al automovilismo.
En la trayectoria de Godia, destacan su cuarto puesto en las 24 Horas de Le Mans de 1949 y, sobre todo, los 25 grandes premios de Fórmula 1 que disputó entre 1951 y 1958. Sólo 15 de ellos fueron puntuables, pero el catalán logró hacerse un hueco con creces en la máxima competición automovilística. Su mejor año llegó en 1956, cuando terminó cuarto en Nürburgring y Monza. Aquellos resultados le sirvieron para convertirse en el español mejor clasificado en el Mundial hasta la llegada de Alonso: séptimo.
Maserati siempre fue su escudería, y logró hacerse notar entre los aficionados gracias a su don para las remontadas portentosas. Godia también consiguió ganarse el respeto de mitos como Fangio, con el que compartió coche y anécdota en los 1.000 kilómetros de Buenos Aires de 1958. Después de que el piloto argentino se equivocase y no pudiese evitar estrellarse contra una farola, su compañero español le soltó con total naturalidad: “¡Coño, eso también sé hacerlo yo sin ser campeón del mundo!”.
Una vez retirado de la Fórmula 1, Godia no dejó de participar en cualquier modalidad que pudiese proporcionarle una buena dosis de adrenalina: rallies, turismos, resistencia, subidas en cuesta... En esa 'segunda etapa', sobresalieron sus buenos resultados en su circuito fetiche, Montjuic (allí ganó ocho veces y subió al podio 16). También un récord, para entonces, a la hora de recorrer la distancia entre Madrid y Barcelona por carretera, en su caso a los mandos de un Porsche 904 GTS: 4 horas, 54 minutos y 58 segundos en 1964, cuando ni siquiera había autopistas.
Tras despedirse de la competición (con victoria, dónde si no, en Montjuic), la carrera como empresario de Francisco Godia tampoco estuvo nada mal: presidente de Iberpistas y de la química Cros, representante de los negocios del Banco Santander en Cataluña (era buen amigo de Emilio Botín), impulsor del Circuito de Cataluña...
El arte fue otro puntal de su vida. Llegó a atesorar una de las mayores colecciones privadas españolas, con obras que iban desde el siglo XII hasta el XX. La cerámica española y la pintura y la escultura medieval eran su debilidad, con joyas de tanto valor como para que la familia de Godia crease una fundación a su nombre en 1999. En ese momento, ya habían pasado nueve años desde la muerte de Francisco, que no pudo superar un tumor cerebral en 1990.
Su figura ha pasado bastante desapercibida durante todo este tiempo, y se le conoce mucho menos que a uno de sus coetáneos, Alfonso de Portago (segundo en el Gran Premio de Inglaterra de ese año 56 que fue el culmen de Godia en la F1). El recuerdo del pionero quedaba concentrado en el museo de su fundación, que cerró en 2015 y donde sus palabras de amor por el motor y el Maserati con el que tanto disfrutó (expuesto allí) tenían un protagonismo especial. “Te deseo lo mejor”, le escribió Fangio en una carta poco antes de que muriera. Queda claro que la leyenda siempre supo lo que había con Francisco Godia.