La paradoja de los ‘idus de marzo’: las 23 puñaladas que acabaron con Julio César el día de la buena suerte
El 15 de marzo del año 44 a.C., el emperador Julio César fue asesinado por sesenta senadores en el que se suponía que era el día de la buena suerte de los 'idus de marzo'
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Desde hace décadas, la gente ha escuchado hablar de los 'idus de marzo' pero no todo el mundo sabe lo que son con exactitud. Los idus eran días que traían consigo buenos augurios, suerte y prosperidad. Se celebraban los días 13 de cada mes, salvo en marzo, mayo, julio y octubre, cuando tenían lugar el día 15.
Los 'idus de marzo' son especialmente populares debido a que marzo era el primer mes del año en el calendario romano, es decir, se celebraba el año nuevo.
La paradoja de los idus de marzo para Julio César
La historia antigua de Occidente tuvo un punto de inflexión el 15 de marzo del año 44 a.C. El que se suponía que era un día de properidad, buena suerte y augurios positivos, terminó en pasar a la historia como la fecha en la que asesinaron al emperador romano Julio César.
Fueron varios factores los que formaron parte de esa decisión, pero todos ellos estaban muy estrechamente ligados al miedo de que Julio César se convirtiera en el emperador absoluto de Roma. El rencor, la envidia y los intereses económicos se sumaron al sentimiento de incertidumbre que terminó convirtiéndose en el pretexto para acabar con la vida del emperador.
Con 54 años, el emperador Julio César fue tan amado por sus seguidores como odiado y detestado por sus detractores. El pueblo esta ilusionado con su figura al tomarlo como una persona fiel y volcada con sus intereses, por no hablar de todas sus victorias sobre el campo de batalla. Tras cada victoria, Julio César organizaba grandes banquetes, espectáculos, festivales, combates de gladiadores y carreras de carros entre otras actividades, todas ellas gratuitas.
Julio César tomó el poder de la ciudad y reorganizó diversos aspectos, entre ellos el calendario para incorporar el juliano. Mejoró la justicia, las leyes, la higiene y la economía en la ciudad. Fue tal la plenitud de la ciudad de Roma que varios de sus enemigos supieron que la única forma de acabar con aquello era mediante su asesinato.
Por aquel entonces, Julio César estaba enfermo pero intentaba aparentar que no era así. Por aquel entonces, los presagios no eran demasiado buenos para el emperador de Roma. El sacerdote de la antigua Roma Espurina, que era capaz de predecir el futuro mediante la observación del aspecto de las entrañas de los animales sacrificados, advirtió a Julio César sobre los idus de marzo y muchos de sus presagios se cumplieron: los animales comenzaron a comportarse de un modo extraño y Julio César y su esposa experimentaron pesadillas insólitas.
El asesinato del emperador de Roma
Lo cierto es que aún a día de hoy se desconoce con exactitud en qué condiciones se llevo a cabo el asesinato del emperador. Lo que sí está claro es que fueron muchos senadores quienes estuvieron dispuestos a participar en el complot y matar a Julio César en el Senado.
Ya por aquel entonces, cuando habían comenzado a tramar el plan, empezaron a difundirse diversos rumores sobre lo que podría pasar el 15 de marzo en el Senado. Fue así como en los idus de marzo, un grupo de senadores le convocaron al Foro para leerle una petición escrita por ellos. Marco Antonio, cuando tuvo conocimiento de lo que estaba por pasar, corrió al Foro e intentó parar a Julio César, pero los conspiradores le interceptaron antes. Le asestaron un corte en el cuello con una daga.
Julio César intentó defenderse y clavó su punzón de escritura en el brazo del agresor. Entonces todos se lanzaron sobre él. Si bien el emperador intentó escapar, tropezó y cayó. Los conspiradores continuaron agrediendo el cuerpo inerte en el suelo. Se cree que fueron sesenta senadores los que participaron en el magnicidio y Julio César recibió 23 puñaladas, pero fue solamente una, recibida en el tórax, que resultó ser la mortal.
Marco Antonio recogió su cuerpo y lo mostró al pueblo, que se conmocionó por la muerte de su líder. Quemaron su cuerpo con antorchas y los ciudadanos romanos decidieron avivar el fuego tirando diversos objetos que tenían a mano. Así fue como el 15 de marzo del año 44 a.C., una jornada que previsiblemente debería haber traído buena suerte y prosperidad, pasó a la historia como el día en el que la muerte reinó en la Antigua Roma.