El 'paraíso' comunista que quiso crear Fidel Castro en el Caribe utilizando a Alemania: no es Cuba y ahora está deshabitado

Era 1972 cuando el dictador cubano quiso hermanarse con la República Democrática Alemana a través de este destino turístico al que Castro le tenía verdadera fe

Fidel Castro saluda a Erich Honecker

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Fidel Castro saluda a Erich Honecker

Ana Rumí

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Si hay un nombre que se asocia con el comunismo moderno, ese que nada tiene que ver con Marx, ese es Fidel Castro. El dictador que lideró Cuba desde 1959 hasta 2008, dejando el poder en su hermano.

De él se podrán decir muchísimas cosas, y se podrán hacer análisis de su idea 'revolucionaria', de sus eternos discursos y de su modelo de gobernar la isla, pero hay ciertas cosas que se han estudiado menos, y que dan una idea de la mentalidad de Castro.

Y es que él, en plena Guerra Fría, no desistió en su idea de crear un mundo enteramente comunista, donde la revolución que él había 'creado' en Cuba se extendiese hasta el infinito.

Fidel Castro

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Fidel Castro

En esos momentos, la República Democrática Alemana le parecía a Castro el triunfo del comunismo, uno al que no había podido llegar la Unión Soviética tras la revolución de 1917.

Por eso mismo, y tras unos cuantos años en el poder, Fidel Castro decidió viajar a Berlín, al otro lado del muro, para conocer cómo se vivía en el lado comunista del Telón de Acero y entrevistarse con el entonces secretario del Partido Socialista Unificado de Alemania y fue presidente de la República Democrática Alemana que, paradójicamente, era la Alemania comunista.

Un regalo que cambió las relaciones entre Cuba y Alemania

Él era Erich Honecker,y desde 1976 hasta 1989, estuvo presidiendo la Alemania comunista. En esta visita, ambos quedaron fascinados con la visión que tenían.

Ambos dirigentes comunistas quedaron encantados de la visita de Castro, y se prometieron, entre otras cosas, entablar conversaciones. Tanto es así, que Erich Honecker decidió regalarle un oso de peluche, símbolo de Berlín.

Encantado con los lazos que habían creado, Fidel Castro decidió hacerle también un regalo. Eso sí, un poco más grande y faraónico que aquel oso de peluche. Y es que con ello, lo que pretendía, era crear una relación entre regímenes comunistas que trascendiese fronteras.

Por eso mismo, eligió un regalo difícil de hacer a día de hoy: una isla en medio del Caribe. La isla se llama Cayo Blanco del Sur, una islita muy cerca de la bahía de Cochinos. Tiene una superficie de 500 metros de ancho por 15 kilómetros de largo, de arena blanca y aguas cristalinas.

Le dijo a Erich Honecker que, en cuanto firmaran, pasaría a ser posesión de Alemania. Algo que ocurrió el 18 de agosto de 1972, y la RDA lo publicó en su informativo estatal, emitiendo un reportaje en el que se escenificaba la transferencia de la soberanía de Cayo Blanco del Sur.

Quedaba así inaugurada, en esta ceremonia de transferencia, una renovada relación entre ambos países.

El 'paraíso' comunista que pretendía crear Fidel Castro

Aguas cristalinas, arena blanca como la nieve y un tiempo tropical que haría que cualquiera se quisiera quedar. Así era Cayo Blanco del Sur que, a partir de 1972, pasó a llamarse Ernst Thälmann, en honor al político homónimo que había sido líder del partido y que había sido fusilado por orden de Hitler.

Era tal la admiración que Castro sentía por el alemán, que mandó a construir una estatua que presidiese el nuevo paraíso comunista en pleno Caribe. Y es que la intención del dictador de Cuba no era solo estrechar lazos con la Alemania comunista, sino también construir un destino turístico comunista en ese lado del charco.

Castro pretendía que los alemanes pudieran viajar a su reciente adquirida isla y disfrutar del clima caribeño mientras vivían bajo el manto comunista. Sin embargo, sus planes fueron imposibles de cumplir por la situación económica de ambos países y por la existencia del muro.

Los propios alemanes que vivían ahí se dieron cuenta de que, por mucha propaganda que se hiciera, jamás podrían ir al Caribe si no se les permitía ni viajar a países cercanos. El sueño comunista de Castro no era sino otra pesadilla para los que vivían bajo el régimen.

Isla de Cayo Blanco, en Cuba

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Isla de Cayo Blanco, en Cuba

El resultado fue una paulatina despoblación y descuido de Cayo Blanco del Sur, que jamás fue visitada por ningún alemán. Poco a poco, la isla dejó de ser interesante para los cubanos y para los alemanes, y con la Reunificación Alemana, el país no reclamó la isla ni hizo el amago.

Actualmente, esta preciosidad caribeña está deshabitada y se encuentra en una zona de “exclusión militar”. Nadie la ha podido pisar, aunque hay una serie de nostálgicos que han intentado pagar a los locales isleños para que les lleven de forma ilegal.

En torno a ella, solo leyendas y rumores que aseguran que el huracán Mitch arrasó con lo poco que quedaba de ella, incluida la estatua de quien daba nombre a la isla. Pero el huracán no solo se llevó eso, sino los sueños comunistas de Castro que fracasaron igual que los de la República Democrática Alemana.

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