Sin orden de fuego y a capricho: la otra cara del fusilamiento de Primo de Rivera
José María Zavala recoge en 'Las últimas horas de José Antonio' diversos documentos inéditos que demuestran que la ejecución de Primo de Rivera no fue un simple fusilamiento
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Primo de Rivera mantuvo un papel fundamental dentro de la política española dentro de un período en el que destacó, muy especialmente, la inestabilidad. Fue la Segunda República, una etapa caracterizada por los enfrentamientos casi diarios entre grupos de izquierdas y de derechas, por lo que José Antonio no se libró de aquellos conflictos.
Sus ideas extremistas le hicieron crear una larga lista de enemigos, de los cuales se cree que alguno estuvo detrás de su arresto, que tuvo lugar el 14 de marzo de 1936 en Madrid, cinco meses antes de que diera comienzo la Guerra Civil. Fue acusado de posesión ilícita de armas. Permaneció tres meses en un cárcel de la capital hasta que, finalmente, fue trasladado a la prisión de Alicante. El 20 de noviembre de 1936 fue fusilado por un delito de rebelión militar y enterrado en una fosa común.
Así fue realmente el fusilamiento de Primo de Rivera
Hasta donde hemos contado, y hasta donde recoge la historia, todo parece estar claro: el fusilamiento del fundador de la Falange fue la respuesta directa a sus políticas extremistas. Nunca nadie había puesto en duda esta versión. No, al menos, hasta que el periodista e investigador José María Zavala publicó su obra 'Las últimas horas de José Antonio', en en la que recoge diversos documentos inéditos que demuestran que la ejecución de Primo de Rivera no fue un simple fusilamiento.
De hecho, según el autor de la obra, su asesinato no vino precedido por una orden directa de "fuego" y que, sin embargo, los disparos fueron "a capricho" de forma reiterada y a tan solo tres metros de distancia.
Una serie de decisiones encadenadas que no solo acabaron con la vida de Primo de Rivera, sino que el propio autor de la obra califica de "carnicería". En este sentido, el Zavala asegura que el entonces dictador, Francisco Franco, tenía pleno conocimiento de lo que iba a ocurrir: "Sabía perfectamente la carnicería perpetrada", pero decidió mantenerse en silencio.
De hecho, ni tan siquiera el autor oficial de la biografía oficial de Primo de Rivera, Felipe Ximénez de Sandoval, hizo la más mínima referencia a este acontecimiento.
La mala relación de Franco y Primo de Rivera que propició su fusilamiento
Lejos de lo que mucho pudieran llegar a imaginar, la relación entre el fundador de la Falange y el dictador jamás fue tan bueno como se intentó hacer creer durante aquella época.
"José Antonio resultaba un incordio no solo para Franco", apunta el autor de la obra. En este sentido, recuerda que ambos se profesaba "una mutua antipatía". Además, no solo era "un incordio" para el dictador, sino también para el dictador soviético Iósif Stalin.
"La influencia soviética era enorme en la zona republicana durante la Guerra Civil", apunta Zavala. "Sería muy ingenuo pensar que solo cuatro anarquistas fanáticos tenían intención de acabar con José Antonio", añade.
En cualquier caso, tal y como asegura el autor de la obra, él intentó conocer "el lado humano de José Antonio", que en realidad no era un mito, "sino una persona de carne y hueso", aseguró.