300 ejecuciones públicas que eran todo un espectáculo: así actuaba Jack Ketch, el verdugo al servicio inglés

Si alguna vez te encuentras con una persona que se describe como este hombre, pon tanta tierra de por medio como puedas

Cerca de 300 ejecuciones imposibles de ver: así era Jack Ketch, el verdugo al cargo de Carlos II de Inglaterra

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Si alguna vez vas a Gran Bretaña y tienes la poca fortuna de encontrarte con una persona que se describe como Jack Ketch, será mejor que pongas tierra de por medio y te alejes lo máximo que puedas.

Se trata de un nombre que se usa en la actualidad para aludir a quien destaca por una maldad extrema, sádica y casi demoniaca. Y en la tradición folklórica británica hay un personaje muy popular que es conocido como Hanging Jack, en alusión al cuerpo de un ahorcado. Pero, ¿de dónde viene esa expresión? ¿Cuál fue su origen?

El origen de Jack Ketch

Para poder responder tenemos que retroceder hasta mediados del siglo XVII. No se sabe la fecha con exactitud, pero los cálculos apuntan a que hacia el año 1630 podría ser la fecha de nacimiento de Richard Jacquet, quien con el tiempo se convirtió en el verdugo más famoso de Inglaterra. Su baja estatura, combinado con las huellas que la viruela dejó en su rostro, le otorgaban un aspecto tan feo y desagradable que lo convirtieron en objeto de burla y desprecio generalizaos. Por lo que, en consecuencia, moldeó su carácter en torno al odio y el resentimiento.

El oficio de verdugo fue una válvula de escape perfecta para él. Realizaba este trabajo de forma eventual, alquilando sus servicios de pueblo en pueblo para realizar las penas de mutilación propias de la época y la ejecución. Este no era un trabajo muy bien considerado, por lo que normalmente lo ejercían personas que estaban al borde de su condición humana, ya sea por la extrema pobreza en que vivían o por su cierta disposición y degeneración moral hacia la violencia. Dada la escasa disposición de ciudadanos, este oficio se pasaba de padres a hijos, creando auténticas estirpes familiares.

A partir de 1663 se puede empezar a encontrar referencias de Jacquet. Sus ejecuciones no se limitaban en aplicar la sentencia, hacía de estas todo un espectáculo que atraía al público como si fuera una función de circo, que contenía música, pasos de baile, versos satíricos, un vestuario diseñado ex profeso, la exhibición de los materiales, la apropiación de las joyas de los reos y la adopción de un apodo (John Ketch). Además, las ejecuciones solían dilatarse debido a que su baja estatura le impedían hacer el trabajo con limpieza. Por lo que al descargar el hacha necesitaba varios golpes para acabar con su víctima, transformando su ejecución en una tortura. Además, estas ejecuciones eran también conocidas por ser imposibles de ver, debido a la cantidad de hachazos y sangre que había de por medio.

Pero fue en 1676 cuando se consagró definitivamente con la ejecución en solitario y en un único día de una treintena de acusados del delito de lesa majestad. Gritó a los cuatro vientos la cita que legaría para la posteridad: "Ha llegado la mejor medicina contra la traición. Soy John Ketch, el que limpia de traidores a nuestra querida Inglaterra". Según la enciclopedia inglesa británica, este hombre mató, como servidor de la corona, a cerca de 300 personas en toda Inglaterra.

Las dos ejecuciones que le llevaron a perder popularidad

La cosa empeoró con sus dos "actuaciones" más célebres. La primera fue la ejecución de Lord William Russell, un noble miembro del Country Party (el partido predecesor de los whigs) partidario de Jacobo II y que se opuso al entronamiento de Carlos II, hasta el punto de planear la conspiración, el secuestro y asesinato del monarca.

Cerca de 300 ejecuciones imposibles de ver: así era Jack Ketch, el verdugo al cargo de Carlos II de Inglaterra

Lord William Russell

El 21 de julio de 1683 subió el reo al cadalso y, sabiendo como se las gastaba el verdugo, le pagó 10 guineas para que le cortara la cabeza de forma limpia y rápida. Sin embargo, Jacquet no cumplió de forma adecuada y, como el filo del hacha no estaba bien afilado, tras el primer golpe el aristócrata seguía con vida. Hicieron falta dos golpes más para ejecutar al reo.

La segunda ejecución más conocida fue la del Primer duque Monmouth, James Scott. Este era hijo natural que el rey Carlos II había tenido con su amante Lucy Walter. Cinco meses antes, su padre falleció y le sucedió su hermano (el tío de James), Jacobo II. Al ser este rey católico y los protestantes no se resignaban a que los papistas volvieran a tener el poder, organizaron la Rebelión de Monmouth, con el duque como candidato.

Cerca de 300 ejecuciones imposibles de ver: así era Jack Ketch, el verdugo al cargo de Carlos II de Inglaterra

Primer duque Monmouth, James Scott

Esta rebelión fue derrotada en la batalla de Sedgemoor y su líder condenado a muerte. El día señalado, James Scott le pagó a Jacquet 6 guineas a Jacquet para que se empleara con eficacia. No se sabe si fue porque le pagó menos de lo normal, pero para esta ejecución hicieron falta 5 golpes de hachazos y rematar al reo con un cuchillo.

De acuerdo con el libro 'PsicoKillers: Los asesinos en serie más famosos de la historia', estas dos ejecuciones hicieron que la popularidad de este infame hombre descendiera notoriamente entre la población y que descendieran de forma progresiva las "ofertas de trabajo". Lo que le llevó a transformarse en un alcohólico y a acumular muchas deudas de dinero, las cuales lo llevaron a la cárcel en 1684.

Ejecutado bajo su propia ley

Salió de prisión en 1686, retomando su oficio como verdugo. Pero sus vicios hicieron que pronto fuera el protagonista de un incidente que haría que nunca más sirviera a la corona.

Su alcoholismo era tan severo que alteró su personalidad de tal forma que en noviembre de 1686 se vio envuelto en un conflicto con una prostituta, a la cual mató en plena calle. La policía lo capturó y fue condenado a morir en la horca a la madrigada siguiente. Esta ejecución se llevó a cabo de una forma terrible, pues su baja estatura y poco peso hicieron que su muerte no fuera rápida, siendo estrangulado de forma lenta durante unos 10 minutos.

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