Un año de la revolución educativa por la pandemia
Por fortuna, los colegios no han sido foco principal de contagio y actualmente el 99,5 por ciento de las aulas funcionan con normalidad
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Madrid y la Rioja se convirtieron hace un año en las dos primeras Comunidades Autónomas en cerrar los colegios por el coronavirus. Una decisión drástica e inédita que después se generalizó. Arrancaba así una auténtica revolución en el ámbito educativo que por primera vez pasaba de un modelo cien por cien presencial a uno cien por cien virtual.
Para José Miguel Camporizo director del Instituto Diego de Velázquez en la localidad madrileña de Torrelodones además de profesor lo que han vivido estos meses quienes se dedican a la enseñanza es el reto mayor que jamás han afrontado.
“Nos hemos tenido que reinventar, la forma de dar clase, de comunicar con nuestros alumnos, tirar de imaginación y flexibilizar muchísimo nuestras posiciones. Hemos tenido que hacerlo en semanas el curso pasado y en meses para que este año escolar de semipresencialidad en muchos niveles se llevase a cabo que es algo aún más complicado que la no presencialidad” señala Camporizo que lleva 15 años en el equipo directivo del instituto madrileño.
El principal cambio es, sin duda, el tecnológico como explica a COPE. Otro profesor, en este caso, Pablo Peñalver que trabaja en un instituto de Formación Profesional en la localidad toledana de Consuegra.
“Las tecnologías es que son fundamentales como instrumento formativo y se ha demostrado que no las estábamos utilizando. Podemos digitalizar todos los procesos y, lo que es más importante, aprender de otra forma. La información está en la red, no es tanto memorizar, sino saber buscar esa información y saber trabajar con ella, saber tomar decisiones, tener espíritu crítico”, señala Peñalver encargado de proyectos de formación digital para docentes y alumnos junto a la Fundación Bankia.
Muchas propuestas y herramientas digitales han llegado para quedarse, pero según subraya Camporizo hay cosas que la tecnología o los modelos de educación semipresencial no pueden suplir: “se pierden muchas cosas, se pierde el contacto con el alumno. Tú cuando estás dando una clase ves en sus ojos si te están siguiendo o no sin necesidad de que levanten la mano o de que te pregunten”.
Para muchos alumnos como Iván o Fátima estudiar a distancia se hizo un poco cuesta arriba. Los dos están en segundo curso de bachillerato y este año se juegan la nota final y con ella parte de su futuro. En el su instituto de Torrelodones han hecho obra para que pudieran ir presencialmente pero no olvidan el confinamiento.
“Lo más difícil fueron las clases online, es muy complicado concentrarse en casa y te despistas constantemente”, subraya Iván, de 18 años.
Para Fátima, de 17 años, “es estar todo el día prácticamente sentado frente al ordenador y sin ninguna de las cosas buenas de ir al instituto como ver a tus compañeros, reírte un rato en los intercambios de clase o en el recreo y reducir así la tensión de tener que estar el resto del tiempo muy atentos a las clases”.
Tampoco para los padres ha sido fácil. Combinar el trabajo ya fuera en casa o fuera con la escuela virtual nos ha planteado más de un quebradero de cabeza.
“La verdad es que fue complicado para todos”, admite Jorge García de 46 años y padre de dos adolescentes. Tanto él como su mujer son militares y como trabajadores esenciales debían ir presencialmente al trabajo dejando a sus dos hijas “por suerte adolescentes porque ya se podían ocupar de la comida” en casa.
Con la vuelta al colegio de septiembre, a esta y a otras muchas familias se les quitó un peso de encima “se les notaba mucho más alegres y esa emoción de poder ver a sus amigas ya no por una pantalla, sino directamente”, subraya.
En los centros educativos constatan lo bien que han seguido los alumnos los protocolos anticovid “algo que se da por sentado pero que no era tan evidente que niños y, sobre todo, adolescentes lo fueran a seguir tan a rajatabla”, recuerda José Miguel que es vicepresidente del colegio oficial de docentes.
Acaban de presentar acaba de presentar su candidatura al Premio de la Concordia 2021 de la Fundación Princesa de Asturias para reconocer la labor de los profesores durante la pandemia igual que se hizo en 2020 con los sanitarios.
Y es que prueba de la vocación de estos profesionales es que además de toda la reconversión que han hecho con sus propios medios y equipos “no ha habido caso de profesores que se negaran a ir a sus puestos de trabajo por ser personal de riesgo”.
Por fortuna y finalmente los colegios no han sido foco principal de contagio y actualmente el 99,5 por ciento de las aulas funcionan con normalidad y solo el 0,5 por ciento están confinadas, menos de 2.300 clases en toda España. En los peores momentos la media de clases funcionando siempre ha sido superior al 98 por ciento.
Otro aspecto positivo al que apuntan es la drástica caída de la conflictividad algo que achacan tanto a la distancia física como al uso de las mascarillas.