Un cachorro de labrador para reinsertar a los presos más violentos

Terapeutas y funcionarios de prisiones explican a COPE que el programa TACA con animales de compañía reducen la conducta violenta y conflictiva de presos que llevan años entre rejas.

Los 4.500 internos de 14 prisiones españolas que han participado en este programa TACA (Técnicas Asistidas con Animales) se responsabilizan de los cuidados, alimentación, higiene, ejercicio y paseos del animal. Van siempre acompañados de educadores, psicólogos y funcionarios especializados de la prisión.

El portavoz de Prisiones del CSIF, José Manuel Couso, describía en COPE el funcionamiento de esta terapia en el Centro Penitenciario de Valdemoro, en Madrid: “Se utilizan dos perros donados por asociaciones de animales. Son macho y hembra que han sido esterilizados. Ocupan una zona de la prisión con jardín y una caseta, a donde se dirigen los presos que se encargan de su alimentación y cuidado diario”. Couso añade que “son unos 30 presos con problemas de afectividad y autoestima” que complicaba su comportamiento en la cárcel. “Al principio nos parecía una terapia extraña como alternativa a los medicamentos que tomaban estos presos” reconoce el funcionario de prisiones, “pero los resultados y cambios de conducta están siendo muy favorables”.

Los animales más frecuentes para este tipo de terapias son los perros labradores, por ser los más dóciles y fáciles de adiestrar. El animal forma parte de un programa terapéutico dirigido por los educadores o psicólogos de los centros donde el animal actúa ayudando a reducir los niveles de ansiedad y estrés de los reclusos.

Maribel Vila, responsable de las asociaciones de animales que colaboran con estas terapias en las cárceles española, explicaba en COPE que “uno de los objetivos del programa es lograr una mejor conexión con internos que no se relacionan adecuadamente con el resto o bien se sienten aislados en el centro penitenciario, y contribuir a su adaptación y posterior reinserción en la sociedad”. El trato con animales, añade, “contribuye en el desarrollo de habilidades sociales, control de la agresividad, consecución de hábitos de vida saludables, mejora del estado de ánimo y disminución de desesperanza – en el caso de internos de prevención de suicidio -, mejora de las perspectivas de futuro, etc”.