Cómo terminaron las pandemias del pasado

A lo largo de la historia, la humanidad ha sufrido multitud de pandemias, algunas especialmente letales. Parte de ellas han perdurado, de forma residual, hasta nuestros días

Imagen ilustrativa de una persona disfrazada con una máscara de la peste negra

David Ferreiro

Publicado el - Actualizado

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A lo largo de la historia, la humanidad ha sufrido multitud de pandemias, algunas especialmente letales. Parte de ellas han perdurado, de forma residual, hasta nuestros días, lo que no ha impedido continuar con el ritmo de vida habitual.

La pandemia del coronavirus ha cambiado el presente de forma radical, sin embargo las grandes plagas causadas por enfermedades no son un fenómeno nuevo en la historia de la humanidad. De hecho, es algo que se repite de forma periódica, a pesar de que su impacto y consecuencias son marcadas por la letalidad y el grado de contagiosidad.

Todas, o casi todas, se han superado con el paso de los años, a pesar de que las enfermedades en cuestión hayan conseguido llegar hasta nuestros días de forma más o menos residual.

La peste y la viruela, dos de las más letales

Una de estas que, por desgracia, perdura en nuestros días, es la peste negra, una de las más letales de la historia de la humanidad. A lo largo de los años se han declarado múltiples brotes de esta enfermedad, situando el más antiguo en el año 541.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la peste negra ha sido la causante de lo equivalente a más de 200 millones de muertes a lo largo de la historia, a pesar de que con la llegada del siglo XXI su impacto se haya reducido a unos cientos.

Esta enfermedad, también conocida como peste bubónica, es causada por una bacteria presente en el pelaje de los roedores y es altamente contagiosa, por lo que en la época de la Edad Media fue especialmente letal por las malas condiciones de higiene y aseo.

Sin embargo, se cree que de los múltiples brotes que han surgido en los últimos 2.000 años, el más mortífero fue el del siglo XIV, que se calcula que pudo matar a más de la mitad de la población de toda Europa.

La enfermedad no fue controlada hasta que mejoraron las condiciones de higiene y se pusieron en marcha estrictas cuarentenas, consiguiendo cesar los posibles nuevos brotes. A pesar de esto, la enfermedad continúa existiendo hoy en día, a pesar de que su mortalidad es mucho menor gracias a su tratamiento con antibióticos modernos.

Poco tiempo después llegaron los brotes de la viruela, una enfermedad causada por el virus variola y que se convirtió en una de las más letales del mundo. Tres de cada diez infectados terminaban falleciendo, especialmente durante los primeros años de la enfermedad.

El primer gran brote ocurrió en 1520, pero su presencia continuó hasta los últimos años del siglo XX. A pesar de lo que se puede creer por el paso de los años, durante este último siglo sus consecuencias fueron igualmente devastadoras, con más de 300 millones de fallecidos.

Por suerte, hoy en día la dolencia está erradicada, registrándose el último contagio natural en 1975. Esto ha sido posible gracias al desarrollo de una vacuna que comenzó a finales del siglo XVIII, convirtiéndose en la única enfermedad infecciosa humana erradicada gracias a la inoculación.

La higiene, vital en las últimas epidemias

El cólera fue otro de los grandes males que acecharon a la humanidad en los últimos años, aunque en el caso de esta enfermedad todavía continúa entre nosotros en el presente. Es causada por una bacteria conocida como vibrio cholerae y se transmite a través de los alimentos y el agua contaminada.

A pesar de que se contabilizan hasta siete grandes pandemias por cólera, la peor de ellas ocurrió en 1817. Las mejoras en los sistemas de saneamiento y de alcantarillado, además del desarrollo de vacunas y de tratamientos efectivos, permitieron mitigar su impacto, aunque en los países menos desarrollados su huella sigue siendo importante, causando unas 100.000 muertes al año.

Aunque si hablamos de grandes pandemias, una de las más sonadas es la causada por la llamada 'gripe española', sobre todo por ser una de las más recientes. Sin embargo, ese no fue el único brote de influenza, que es como se conoce a la enfermedad, ocurrido a lo largo de los años.

El primero ocurrió durante el siglo XIX y se fue replicando de forma estacional a lo largo de los años, llegando a su punto más letal en la pandemia de la gripe de 1918, la bautizada con el sobrenombre de 'española'.

Es considerada una de las pandemias más devastadoras de la historia de la humanidad, ya que se estima que durante sus dos oleadas (1918 y 1920) causó la muerte de entre 50 y 100 millones de personas alrededor del planeta, en parte por su gran propagación a causa de los periodos bélicos.

Fue provocada por el virus H1N1, que continuó mutando hasta convertirse en una versión mucho más benigna que perdura en nuestros días.

Además, es en cierto modo el caso que guió la actuación contra el coronavirus, ya que para frenar su propagación se pusieron en marcha protocolos sanitarios basados en el aislamiento y en las cuarentenas.

Un grupo de personas se protege de la gripe española con mascarillas

Sin embargo, las variantes de esta enfermedad continuaron golpeando a la población de distintos países a lo largo de los años, como fue el caso de la gripe porcina en 2009, así como las gripes estacionales, que a pesar de su baja letalidad, continúan causando muertes año tras año.

Al igual que lo hace el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), sobre el que se continúa investigando pero para el que, a día de hoy, no se ha descubierto una cura.

Se empezó a tener constancia de este virus a principios de la década de 1980 y para muchos es el peor escensario de un virus, ya que se tarda mucho en desarrollar los síntomas y, por ello, en saber que se padece, al mismo tiempo que su tasa de mortalidad es alta.

Se transmite a través de los fluídos corporales y es el culpable de la muerte de más de 30 millones de personas en todo el mundo. En el caso del VIH, se trata de una enfermedad que atacó a todo el globo por igual, no siendo endémico ni característico de ninguna zona en concreto.

Los avances científicos y sanitarios han permitido desarrollar una buena atención médica que, junto a los medicamentos antirretrovirales, permiten a los contagiados continuar con sus vidas sin demasiados sobresaltos a pesar de ser portadores de la enfermedad.

La 'llegada' de los coronavirus

Por último, las últimas grandes enfermedades anteriores a la covid-19 que pusieron en jaque a la sociedad fueron, precisamente, dos coronavirus diferentes. Primero fue el SARS o síndrome respiratorio agudo severo, que se propagó entre 2002 y 2003 y fue el causante de unas 800 muertes, afectando especialmente en China. Como dato, se considera el predecesor del virus causante de la covid-19. Por fortuna, la enfermedad no se expandió demasiado gracias a su bajo índice de contagio, lo que permitió que el brote cesara a mediados de 2003.

Una década después, y justo antes del covid-19, fue el turno del MERS o síndrome respiratorio de Oriente Medio, que afectó principalmente a esa zona concreta del planeta. Este coronavirus es de origen animal, es el causante de la muerte de unas 900 personas y tiene una elevada tasa de mortalidad que ronda el 40%.

A pesar de no estar erradicada, muy pocas personas se contagian en nuestros días, algo que choca de lleno con la última gran enfermedad a la que nos estamos enfrentando en el presente, la covid-19, que a pesar de tener una menor tasa de mortalidad, se contagia a un ritmo mucho más rápido, lo que ha terminado derivando en la sitaución actual, de que todavía no hemos conseguido salir. A pesar de ello, el aprendizaje que han dejado estas catástrofes sanitarias han permitido controlar mucho mejor a un virus que, en otra época, podría resultar mucho más dañino.

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