La discreta vida de Carolina de Mónaco: dos tragedias y por qué mantiene la relación con Ernesto de Hannover
La que fuera durante mucho tiempo la reina del papel couché y la princesa más guapa de Europa tiene este sábado un motivo para reunir a sus hijos y nietos
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Carolina Luisa Margarita Grimaldi, princesa de Mónaco, princesa de Hannover y duquesa de Brunswick y Luneburgo cumple, este sábado 23 de enero, 64 años. La primogénita de Rainiero III y Grace Kelly nació en el principado de Mónaco el 23 de enero de 1957.
Heredera de la belleza y la elegancia de su madre, Carolina reveló hace unos años para en el libro ‘Albert II de Mónaco, The Man and The Prince’ que la relación con sus padres fue muy fría. Contrariamente a lo que se creía por el oropel de las fotografías que se publicaban en las revistas del corazón, Carolina afirma que tanto ella como su hermano Alberto estaban más unidos a su niñera que a sus padres: "Para mi hermano y para mí, Maureen fue la figura clave de nuestra vida". Tanto la echaban de menos que en más de una ocasión la princesa Grace tuvo que llamarla para que volviera antes de sus vacaciones. "Albert y yo gritábamos ¡No te vayas, no te vayas! Nos entristecía mucho -cuando Maureen se iba de vacaciones-. Muy a menudo, nuestra madre terminaba llamándola para pedirle que volviera a casa antes de lo previsto".
Sufrío tanto la ausencia de sus padres y el poder contar con ellos cuando era una niña que la princesa Carolina confesaba a la revista Madame Le Figaro: "recibí una educación que, de alguna manera, fue un vestigio del siglo XIX. No veíamos mucho a nuestros padres, tenía una niñea inglesa y un ama de llaves francesa (...) . La educación de mis hijos, obviamente, no tiene nada que von con la educación que recibí".
Carolina decidió dar a sus cuatro hijos "mucha libertad" y confianza en sí mismos, de hecho, ninguno de los tres hijos que tuvo con Stéfano Casiraghi, sus tres hijos mayores - Andrea, Carlota y Pierre-, han contado nunca con institutrices y han estudiado en escuelas públicas.
Philippe Junot, Stéfano Casiraghi y Ernesto de Hannover, los hombres que la llevaron al altar
Tres veces se ha casado Carolina de Mónaco, matrimonios no exentos de polémica. La revista People tituló el reportaje de la boda con el empresario francés Philippe Junot como "La princesa y su playboy" ya que, el ya marido de la princesa monegasca, era más conocido por sus escarceos y conquistas amorosas y su azarosa vida nocturna que por sus negocios.
Carolina, que con tan solo 20 años era considerada como la princesa más bella de Europa de su generación, se empeñó, pese a los esfuerzos de Rainiero y Grace en casarse con Junot con el que tenía una diferencia de edad notable, 17 años. Es conocida la contestación que el padre de la novia le dio a una de las invitadas al enlace, la aristócrata Tessa de Baviera, cuando le fue a dar la enhorabuena por el matrimonio: "No me felicites, mejor dame el pésame".
Y los malos presagios se cumplieron, dos años después, Carolina y Philippe Junot se separan. Como un mal de amor con otro amor se cura, ya saben lo de la mora (la mancha de mora con otra se quita), Carolina puso tierra y mar de por medio y se trasladó a Inglaterra a continuar sus estudios. En las islas conoce a Robertino Rossellini (hijo del cineasta Roberto Rossellini y la actriz Ingrid Bergman) con el que mantuno un breve romance. A la breve historia de amor con el italiano, le siguió un romance fugaz con el tenista argentino Guillermo Vilas al que acompañó por algunas de las más emblemáticas pistas del circuito ATP, pero no llegaba la estabilidad emocional que la princesa tanto anhelaba, hasta que en su camino se cruzó Stéfano Casiraghi.
Con el empresario italiano fue amor a primera vista. Quienes conocen a la princesa siempre han dicho que Stéfano le trajo la paz y la felicidad que tanto necesitaba y había buscado. Además fue el consuelo ante uno de los episodios trágicos de su vida, la muerte en accidente de su madre, la princesa Grace. Se casaron por lo civil el 29 de diciembre de 1983 porque el Vaticano había negado la nulidad matrimonial de su unión con Junot lo que provocó un conflicto entre la Santa Sede y el principado que se solucionó cuando ya la princesa tenía tres hijos. La felicidad que derrochaban se vio truncada de golpe por un accidente que acabó con la vida de Casiraghi. La princesa se quedaba viuda y con tres niños pequeños que pudieron disfrutar muy poco de su padre.
Sin Stéfano, Carolina pasó de ser la princesa más guapa de Europa a convertirse en la princesa más triste del mundo. Decide irse a vivir al campo con sus hijos, apartarse del ruido mundano. Durante seis años sus apariciones públicas fueron contadas y escogidas hasta que da a conocer su relación con Ernesto de Hannover, amigo de toda la vida, con el que pasó de las musas al teatro en 1996. De nuevo polémica, de nuevo el foco en una relación amorosa porque para poder casarse con Carolina, el príncipe de Hannover tuvo que separarse de su mujer, Chantal, amiga íntima de la princesa. La esposa traicionada gritó a los cuatro vientos que "Carolina me ha robado a mi marido".
Carolina y Ernesto no conviven desde 2009, año en el que hicieron su última aparición juntos, sin embargo, la princesa nunca ha pedido el divorcio pese a que Ernesto mantiene una relación estable con la portuguesa Maria Madalena Bensaude.
Hay quien dice que sigue casada con Ernesto de Hannover por mantener sus títulos nobiliarios. La realidad es otra bien distinta, Carolina que se lleva muy bien con los dos hijos del primer matrimonio de Ernesto intenta evitar, a toda costa, que su marido dilapide el patrimonio familiar de la Casa de los Hannover y venda propiedades que han pertenecido a la dinastía durante más de 150 años.
Las muertes de la princesa Grace y Stéfano, dos terribles tragedias en su vida
Trágicas y dolorosas pérdidas que tiñieron de luto al principado y a Carolina en especial. Se habló incluso de la maldición de los Grimaldi que se remonta al reinado de Rainiero I.
Maldición o no, lo cierto es que la pena se instauró en Mónaco el 14 de septiembre de 1982 cuando en un grave accidente automovilístico, la princesa Grace fallecía al salirse el vehículo en el viajaba junto con su hija Stefanía en una curva y chocar contra una casa. Nunca se ha podido saber si quien iba al volante era la princesa Stefanía, menor de edad y sin carnet de conducir.
Tras superar la muerte de su madre y cuando mejor le iba en su matrimonio con su verdadero amor, Stéfano Casiraghi, la vida le vuelve a dar un zarpazo. El 3 de octubre de 1990 Stéfano muere al volcar su lancha de ‘off-shore. Un accidente que ponía fin a los verdaderos años de felicidad. Carolina se quedaba viuda con 33 años y tres niños de 6, 4 y 3 años.
Carolina, madre y abuela: cuatro hijos y siete nietos
Si hay un nexo común entre el segundo y el tercer matrimonio de la princesa de Mónaco es que en ambas ocasiones se casó embarazada. Cuando contrajo matrimonio con Stéfano ya crecía en su vientre su primogénito, Andrea y cuando se casó con Ernesto estaba en cinta de su cuarta y última hija, Alexandra.
Entre uno y otro hay dos hijos más, su heredera en belleza y elegancia, también en vida azarosa, Carlota y Pierre, uno de los príncipes más deseados por las jóvenes de la nobleza europea que fue conquistado por la aristócrata italiana Beatrice Borromeo.
Salvo Alexandra de 21 años que sigue soltera, pero muy comprometida con Ben-Sylvester Strautmann un joven de origen alemán que procede de una familia de banqueros, el resto de los hijos de Carolina están casados y ya le han dado 7 nietos con los que ejerce de orgullosa abuela. Siempre que puede se la ve rodeada de los tres hijos de Andrea, los dos de Carlota y los dos de Pierre.
Pese a que estos últimos años la princesa busca por encima de todo la discrección y solo se hace notar en algunos actos tradicionales del principado, su figura nunca pasa inadvertida. Marcó tendendia y la seguirá marcando, nadie ha pasado por alto de su última aparición que se ha dejado canas. ¿Cuántas mujeres de su edad seguirán su ejemplo? Es cuestión de tiempo.