La dura realidad a la que se enfrentaron Ana y Jaime con su hijo: "Para que él viva, otro tiene que morir"

Luca necesita un trasplante de corazón para poder salvar su vida, y Ana y Jaime esperan con ansias durante meses que ese moment llegue que llegará con la muerte de otro niño

La dura realidad a la que se enfrentaron Ana y Jaime con su hijo: "Para que él viva, otro tiene que morir"

Ana Rumí

Publicado el - Actualizado

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Es miércoles, hace tan solo 9 meses Ana tenía en el hospital a su primer hijo, Luca, y no podía imaginarse que ese día estaría ahí, de nuevo, en un hospital tratando de salvar la vida de su hijo. A ella y a su marido, Jaime, les han contado que su pequeño tiene un grave problema de corazón que tiene un mal pronóstico. El mundo se les para, están diez horas sin saber nada de él, con unas ansias que no pueden controlar y una sensación que no habían conocido antes.

Entre boxes de hospitales, luces fluorescentes, y paredes frías de febrero, los doctores les cuentan que es una enfermedad que solo padecen mil personas en todo el mundo, y que hay una posibilidad de recuperarse, pero para la que hay que tener paciencia: Luca necesita un trasplante de corazón. Sí, España es pionera en trasplantes, pero puede que tengas que esperar para uno meses que se hacen interminables.

"Luca realmente se puede morir" explica Ana, aunque cree que Luca está en las mejores manos. Lo echa de menos y mucho, sobre todo cuando se va a dormir, porque pasar todo el día en el hospital junto a él y tener que dejarlo cuando llega la noche, es uno de los momentos más difíciles a los que tiene que enfrentarse en su día a día.

"Duermo, pero no es un sueño reparador, más allá del cansancio físico, es el cansancio emocional y psicológico. Nos tenemos que separar de un pedacito de nuestra vida y tenemos que intentar dormir. A ratos no puedes bloquear todo para dormir" explica angustiada.

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Un día más es un día menos

Esa es la filosofía de Ana y de Jaime, que creen que cada día que pasa tienen que agradecer que Luca esté vivo, esperando con suma paciencia ese trasplante que le va a salvar la vida. Es un día más en el que está con ellos, y un día menos para que ese ansiado trasplante llega. Pero tarde, se está haciendo largo y en ese ínterin ven cómo otras parejas encuentran donantes para sus hijos.

"En lo más hondo de ti piensas 'ojalá me toque a mí', pero la parerja que está a tu lado con su bebé lo está pasando igual de mal que tú, y sirve de energía saber que le va a salir bien, que le va a llegar a él también su trasplante" dice Ana. Un sentimiento humano que se desvanece cuando pasan los meses y Luca no encuentra un donante.

No, no hay consuelo, porque ven cómo otros niños mueren en esa espera desesperada. En lo más hondo de su ser Ana y Jaime se preguntan: ¿cuándo nos tocará a nosotros? "Estoy deseando que me llamen y me digan que hay un donante, que tenemos un corazón para Luca" sentencia Ana.

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Una muerte para que nazca una vida

Ana y Jaime llevan meses esperando una llamada, un mensaje, una voz de sus médicos que le den la noticia que tanto esperan: Luca tiene un donante que le salvará la vida. No ha llegado el momento, pero, sea como sea, les sigue suponiendo un dilema moral.

"Para que tu hijo viva, se tiene que morir otro. Tú no decides quién vive y quién muere, lo vemos como que de una desgracia es un poco menos desgracia, de una muerte sale una vida" explica Ana, que intenta ver el lado positivo a la muerte de un niño que servirá, desgraciada y afortunadamente, para salvar la vida de Luca.

"Para que Luca siga viviendo necesita un corazón que llegará por una desgracia" explican estos padres, sabiendo que de las lágrimas, también nacerá la vida.

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